Derechos reservados: 03-2008-080511464200-01 *Demostración científica de la
existencia de Dios |
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*Revelación del misterio de Dios *Concilio entre la Ciencia y la
religión |
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En
un mundo en que la ciencia niega la existencia de Dios… en el que las
apariencias miden el éxito de los hombres y la fe de los creyentes… en el que
se idolatran a las bestias o a las cosas… en la que se sacrifican el amor y la
verdad por conseguir la gloria vana o la efímera satisfacción; un mundo que
está condenado a morir sin esperanza porque la vida material no puede llevarnos
a la eternidad, en éste mundo busquemos una nueva forma de vida con la que
podamos trascender, porque, no es posible que todo el esfuerzo de haber
concebido la existencia misma, termine siendo una farsa maliciosa y estúpida
con la que no podemos justificarnos, porque todos los avances tecnológicos,
toda la ciencia y el conocimiento sin Dios, es una farsa que trata de
justificar nuestra vana manera de vivir, sin brindarnos esperanza.
¿Qué
es pretencioso, decir que soy una creación de Dios, negando la teoría de la
evolución, decir que conozco a Dios, negando que Dios sea incognoscible e
inalcanzable, o decir que soy hijo de Dios?… Lo único pretencioso sería decir
algo que no fuera cierto.
Mi
intención es declarar sin pretensión y con conocimiento de causa, que entiendo
que mi cuerpo material es una creación de Dios, declarar que conozco a Dios y
lo puedo definir científicamente, y que es verdad que soy hijo de Dios, “Dios
es mi testigo”, pero no soy mejor que ustedes porque también pueden ser hijos
del único Dios verdadero. Lo declaro con el propósito que busquen alcanzar el
entendimiento para el que fueron creados, ya que este mensaje es la revelación
del misterio de Dios, la demostración científica de su existencia y la
explicación lógica, cierta y verdadera del significado de este conocimiento
para nuestras vidas. No soy pretencioso porque es mi responsabilidad comunicar
en obediencia este conocimiento, que es un mensaje de Dios para la humanidad.
El
misterio de Dios tiene que ser revelado, la ciencia debe ampliar sus horizontes
para poder definir una realidad distinta a la que nos tenía acostumbrados,
porque los límites del Universo no nos permiten avanzar en el conocimiento de
Dios y de nosotros mismos, no somos ajenos a Dios y comprender su significado
nos define y nos contextualiza en un ámbito que sin este conocimiento apenas
podríamos imaginar.
Por
lo que no pierden su tiempo si buscan el entendimiento en estas razones que no
son obra de mi imaginación, sino de una profunda comprensión del único y
absoluto Creador que es Dios, al que le doy toda la gloria por esta revelación
que aquí les comunico.
El
siglo XX fue un siglo plagado de avances científicos y tecnológicos
sorprendentes, se desarrollaron las ciencias sociales y la medicina, el
problema es que se pervirtieron muchos de los términos que se formaron durante
cientos y miles de años, particularmente los términos que utilizamos para dar a
entender los sentimientos, ya que quisieron forzosamente relacionarlos con
cuestiones biológicas y físicas, al no haber un contexto distinto “aprobado por
la ciencia” que los pudiera soportar, por lo que este libro ocupa mucha
reflexión y paciencia, pero si alcanzan a sortear esas partes en las que
contextualizo el uso del lenguaje, pueden estar seguros que el conocimiento
valdrá la pena.
Quiero
aclarar que este libro no es una novela de Ficción, ni es un libro metafórico,
ni tampoco es motivacional, es un libro de filosofía que la reivindica como una
ciencia exacta, a la cual le faltaba mucho por descubrir y comprobar, pero que
sin lugar a dudas es la ciencia que el hombre necesita para reencontrar el
camino de la verdad y de la vida.
También
quiero pedir su tolerancia, ya que muchos pueden sentirse agraviados por el uso
de mi retórica al cuestionar su cultura, o al declarar afirmaciones que pueden
parecer indecibles. Sólo soy una persona que intenta en obediencia, transmitir
su conocimiento, ya que al afirmar solo comunico lo que sé, y no puedo poner en
duda lo que cuando entiendan, me podrá justificar.
Y
por último quiero reconocer que cuando digo “como está escrito”, me refiero a
algunos párrafos de la Biblia, no para justificar lo que escribo, sino para
demostrar que lo que ahí está escrito es cierto, por lo que no pongo
referencias como muchos textos que se basan en la Biblia, porque la ciencia
tiene sus propias herramientas para comprobar sus argumentos y no asume como
ciertos los argumentos de esas metáforas que aunque verdaderos y útiles, no
podemos usar como fundamento científico, sino como un recurso más del que
podemos aprovecharnos, sabiendo que no somos los primeros en conocer a Dios y
que hay otras formas de comunicar la verdad, pero desde la perspectiva de la
ciencia es lo que hace falta para evitar su descalificación.
La
ciencia y la religión deben encontrar en el conocimiento de Dios el vínculo que
les ayude a comprender mejor la vida y sus posibilidades, sin necesidad de
descalificarse mutuamente, es necesario el conocimiento de esta verdad para
resolver sus diferencias y sea la guía de su encuentro hacia un buen fin,
porque el sentido común nos dice que si hay un Dios pero la ciencia no lo había
podido demostrar, por lo que en el afán de tener la razón solo habíamos
encontrado descalificaciones y desacuerdos.
Dios
existe y es absoluto, espero que este libro les sirva para poder comprobarlo.
Prefacio y Tesis Filosófica
Los cánones de nuestra civilización
¿Qué es real?
Dios
NADA es ABSOLUTO, pero ¿TODO
es RELATIVO?
¡El espíritu es engendrado
por Dios!
¿Por qué es
importante conocer a Dios?
Hijos de Dios
¿Cuál es nuestra razón de ser y existir?
¡El Absoluto es el fundamento
del entendimiento!
¿Por qué no lo habíamos
entendido?
¡El precio de nuestra
salvación!
¡El misterio tiene que ser
revelado!
La
ciencia ha usado expresiones que hacen notar que lo único que existe es
material, lo que implicaría que lo intangible no existe si no hubiera una
expresión física que lo hiciera notar, pero se olvidan de lo que implica para
uno eso intangible, de lo íntimo que no hace falta expresar físicamente para
saber que existe, porque existe en nosotros; eso intangible es el amor, la
verdad, la justicia, el bien o el mal… “el Espíritu”. ¿Se necesitará una
expresión material para que exista eso intangible o será ésa expresión material
la que verdaderamente no podemos sostener porque es efímera? ¿Quién puede
detener el tiempo y hacer de esos momentos algo trascendente?... Solo en lo
intangible esto puede suceder.
Si
sólo existiera lo material, pensar que el Universo surgió de la nada sería la
única explicación razonable (porque antes de que existiera la materia no habría
nada), pero la verdad es que el Universo no surgió de la nada y esto que afirmo
se puede comprobar matemáticamente, ya que “siendo el cero la expresión
matemática de la nada” y reconociendo que matemáticamente “del cero no sale
nada”, entonces podemos comprobar que de la nada es imposible que haya surgido
el Universo…
¿De
dónde salió entonces?
También
podemos entender que el cero, que es un punto de referencia en una gráfica, es
también equivalente a un solo punto de referencia en el Universo, por lo que no
puede ser nada lo que existe en ése inmenso espacio “que se supone está vacío”
… ¿Entonces de que está lleno?
Para
entender lo que ahí se encuentra basémonos en la definición de una línea, que
se define como una sucesión de puntos, una infinita sucesión de puntos es una
línea infinita que atravesaría al Universo, una infinita sucesión de líneas es
un plano infinito que atravesaría al Universo y una infinita sucesión de
planos… ¡define lo contrario de la
nada, que es “EL TODO ABSOLUTO” !, en donde está inmerso el Universo, lo que sí
tiene sentido. Éste mismo argumento se ha utilizado para definir
matemáticamente al Universo, cuando se pensaba que el Universo material era
infinito, pero no se conocían los límites del Universo, que es una expresión
finita, ni la trascendencia y el significado de ésta definición, que en verdad
define al Todo Absoluto que es Dios.
Con
éste argumento también podemos considerar que el “TODO ABSOLUTO”, es el origen
del Universo en toda su expresión material y en toda su expresión racional,
porque el Universo no es abstracto, sino que se concreta en obras, y nosotros
podemos entender las razones de las mismas, comprendiendo que ésas razones no
son absurdas, sino que tienen un sentido claro y específico.
Con
lo que podemos concluir que el “TODO ABSOLUTO”:
Ø Está
en todas partes por lo que es Omnipresente.
Ø Hizo
todo lo que existe por lo que es Omnipotente.
Ø Impuso
todas las razones por lo que es Omnisciente.
¿Dónde
hemos escuchado estos términos: ¿Omnipresente, Omnipotente y Omnisciente?
Ésta
definición que parece tan elemental no ha sido considerada por la ciencia de
ésta forma, porque se desconocía que el Universo fuera finito, pero ahora que
se conocen sus límites podemos entender a ciencia cierta la verdad que asiste a
este argumento, por el cual podemos definir y comprobar la existencia del
Creador.
Ayúdenme
a revelar el misterio que encierra el Todo Absoluto y Eterno que
es Dios.
“Los cánones de nuestra civilización”
“Nada
es absoluto, todo es relativo”, este argumento que la Ciencia ha utilizado como
premisa de sus razonamientos, lo utilizan para tratar de fundamentar que todo
lo que existe es relativo, es la razón por la cual no es posible darle sentido
a la vida; pensar así nos hace ser como veletas que cambian de opinión de
acuerdo a las circunstancias y por eso es imposible encontrar el sentido
trascendente que todos buscamos; ¿qué sentido tiene la vida?, ¿por qué estamos
aquí y para qué?; porque si todo es relativo no tendríamos un sentido concreto
y definido, por lo que al buscar el sentido de la vida solo podremos considerar
las consecuencias sin considerar sus causas, pues si no existe un origen
definido todo sería obra de la casualidad, y no tendría caso buscar las causas
sino sólo los efectos.
Pero
no todo es relativo, por lo que al interpretar la vida se hace de forma limitada,
dando lugar a las dudas que originan sus más profundos temores, porque las
dudas son preguntas que hace la razón por falta de conocimiento, y esa falta de
entendimiento, es la fuente de inspiración de los mitos que inundan la mente,
pues esos mitos son respuestas que surgen de la imaginación y no de su
comprensión, mitos que en vez de brindar certeza y seguridad provocan temores y
más dudas en un círculo vicioso.
Esta
falta de argumentos ciertos y verdaderos, que puedan convencer fehacientemente
a los demás, ha generado una gran torre de Babel, donde cada uno tiene una
respuesta pero que sin la certeza a nadie puede convencer, por lo que sus
argumentos los defienden con ejemplos sugestivos que sólo producen emoción,
pero no entendimiento, al tratar de atraer más gente que comparta esas ideas,
de las cuales, pasando el tiempo de la sorpresa, sólo queda la incertidumbre
que no puede dar paz.
Por
lo que no debemos sorprendernos del esfuerzo de muchos por convencernos de sus
imaginativas respuestas y menos nos sorprenda que esas fantasías pasen de boca
en boca creando un mito en nuestra sociedad, pues sin la verdad somos
participes de un gran mito y ésa verdad es el sino de nuestra civilización,
mitad conciencia, mitad sugestión, por lo que tenemos que encontrar respuestas
con argumentos que convenzan de manera irrefutable a nuestra mente y den
certeza a la razón, revelando los misterios, porque los argumentos que como
humanidad hemos usado no han sido suficientes para resolver nuestras dudas, por
lo que hemos sido incapaces de entender al Absoluto
y eterno Dios, desconociendo también nuestro origen, razón de ser y de
existir.
Establezcamos
una serie de principios que nos ayuden a razonar correctamente las ideas:
*
Todo pensamiento lógico es falso cuando uno de sus argumentos es falso,
¿Cuántos argumentos de nuestro pensamiento son falsos y provocan que esté mal
fundamentado el entendimiento?
*
Todo argumento es un dogma cuando no existe el entendimiento del mismo, ¿Cómo
está fundamentada nuestra razón?, ¿con dogmas, sin entendimiento?
*
Los huecos del entendimiento son ocupados por la imaginación que se traducen en
suposición, ¿Cuántas de nuestras explicaciones son suposiciones imaginarias,
mal fundamentadas y sin entendimiento?
La
razón tiene una profunda necesidad de entendimiento y en la interpretación de
nuestra vida nos hemos topado con la más inverosímil manifestación de ideas,
que se han traducido en cultos de toda índole, creando desde fetiches hasta
ídolos, dándoles ilusoriamente toda clase de atributos, como si por esas
consideraciones estos fueran revestidos de poderes sobrenaturales, lo que
manifiesta solamente que su temor se ha exacerbado, porque esas expresiones no
son la respuesta de su entendimiento sino de su falta de conocimiento. “¿a qué
le tiene miedo el hombre?… a lo que no conoce”, por lo que se sugestionan de
tal forma, que han llegado a pensar que sólo por creer en esos cuentos, pueden
conseguir lo que desean sea bueno o sea malo, sin entender absolutamente nada.
También
hay pláticas motivacionales que invitan a ser de una forma atractiva para los
demás, pero fundamentadas en las apariencias y no en la esencia de los actos,
justifican la hipocresía antes que una genuina forma de ser, ya que sólo
consideran que somos ésa apariencia y no algo más valioso y trascendente. Con
tal de ser aceptados y apreciados, hemos hecho y dicho cosas por imitación,
pero no hemos validado la veracidad de ser así, imitamos o adivinamos como
deberíamos ser porque no nos han dado las razones para afirmar que esos dichos
o actos sean fruto de la verdad; como dicta una frase muy acertada, “toda
adivinación es mentira aun cuando ocurriera lo que se predijo”, así estas
explicaciones carecen de verdad sin el entendimiento y el fundamento, por lo
que fingen para obtener una respuesta, sin ser alguien que se comporta
sinceramente en la vida.
¿Existirá
algo que sea más atractivo para nuestra mente que creer esas explicaciones sugestivas,
pero sin fundamento, o podremos encontrar una respuesta bien fundamentada que
cambie esas ideas que nos han conducido a perdernos en la imaginación, por
desconocer el origen de aquello que vivimos?
¿Habrá
algo que pueda considerarse como el fundamento de todo razonamiento correcto y
verdadero, que demuestre la existencia de un ser Absoluto y trascendente y
rompa con los paradigmas al respecto?
Pongamos
en tela de juicio aquello que ha procurado explicar nuestra vida, toda la
fantasía puede ser llevada al campo de la sensatez y puede ocupar en su lugar,
una realidad mucho más interesante y emocionante que nuestra más imaginativa
ilusión.
¿Qué es real?
La
realidad parte de lo que existe en verdad, pero el problema de la realidad es
que mientras no conozcamos eso que existe, aunque exista… para nosotros no es
real, aunque exista en verdad sólo es real hasta que lo sabemos de cierto,
porque mientras que quepa la duda no sabemos si existe verdaderamente. Por esta
razón mientras que Dios sea un supuesto, aunque existe… no es real para
nosotros, Porque los supuestos y todo lo que asumimos como cierto sin
entenderlo forma parte de nuestros sueños en nuestra imaginación.
Sin
embargo el verdadero problema se presenta cuando enfrentamos al destino, ya que
mientras no conozcamos una forma de vida trascendente que pueda llevarnos a la
eternidad, el único destino cierto que conocemos es la muerte y como es el
único destino real, mientras no conozcamos otro, estamos condenados a la
muerte; porque podremos suponer cualquier otro destino, pero como ya
entendimos, los supuestos no son reales, no forman parte de nuestra existencia;
así que la importancia de conocer una forma de vida que pueda llevarnos a
trascender a esta, es sin lugar a dudas algo que tendría que interesarnos a
todos, porque en verdad sabemos que esta vida es finita y no puede llevarnos a
la eternidad, pero si no existe otra forma de vida, simplemente no tenemos
esperanza y un ser sin esperanza es capaz de cometer cualquier acto de
barbarie, de cualquier forma va a morir... como está escrito “porque si en esta
vida solamente esperamos los más miserables de los hombres somos.”
En
verdad casi nadie conoce otra forma de vida, así que no hemos podido entender
un destino distinto, lo que hace de la realidad un verdadero dilema, ya que si
la muerte es el único destino cierto y verdadero que conocemos, procuraremos
por cualquier medio evadir a la conciencia y soñar con una realidad distinta,
llena de esperanza, por lo que la imaginación es un recurso imprescindible para
este dilema que no había sido resuelto, además soñar no cuesta nada, por lo que
el alcohol y las drogas que exacerban a la imaginación para evadir a la
realidad, son el mayor recurso de la desesperanza.
Esa
es la tragedia humana, estar conscientes de la muerte y no hallar una salida.
Para
acabar con la incertidumbre de la muerte, es necesario que el misterio de la
vida sea resuelto, no fuimos creados para ser simples mortales, la razón por la
que existimos no es la muerte. ¿Estamos dispuestos a conocer una forma de vida
trascendente y eterna o preferimos seguir soñando con algo que no es real y que
no resuelve nuestro dilema existencial?
La
única forma de cambiar al mundo es con la esperanza de trascender a esta vida
vana y efímera, una real y verdadera esperanza que nos lleve a conducirnos de
manera digna, teniendo en mente el destino eterno que nos espera, esperanza no
puede ser llenada con fantasías e ilusiones.
Por
lo tanto, la demostración Científica de la existencia de Dios debe tomarse en
serio, para entender que Dios existe en verdad, y sea real para nosotros, un
ser que vive y puede llevarnos a la eternidad.
Dios
¿Qué
es lo que pasa por nuestras mentes cuando escuchamos la palabra Absoluto?, es
un término que no se usa como referente de nuestros pensamientos ni se utiliza
para la toma de decisiones, y esto es comprensible ya que la Filosofía como
ciencia formal al tratar de explicarnos, considera que surgimos del Universo
material que es relativo, por lo que todo nuestro razonamiento gira alrededor
de lo relativo; la ciencia y la teología tienen en lo incognoscible e inalcanzable
un punto de acuerdo, ¿quién ha escuchado que Dios es ése ser incognoscible e
inalcanzable?, ¿quién ha escuchado que lo absoluto es incognoscible e
inalcanzable?, la ciencia concluye que "nada es absoluto, todo es
relativo", y la religión dicta que lo que de Dios se conoce se revela a
través de las cosas hechas “las obras relativas” pero no pueden explicar a
Dios, “porque es un misterio”; sin embargo el Absoluto debería ser para la
Filosofía como es el Cero para las matemáticas.
Partamos del Cero:
El
Cero es el principio por el cual se deduce todo lo relativo al tiempo y al
espacio, ya que a partir de éste concepto es posible abstraer la realidad y
representarla de forma matemática, lo que a su vez nos permite descubrir las
leyes y principios que rigen al Universo, conocimiento que en su conjunto
llamamos CIENCIA. Sin embargo, el CERO, que da origen a toda ésta reflexión, es
un concepto que hay que considerar detenidamente, ya que en base al
conocimiento del CERO no solamente podemos abstraer al Universo, sino que
también nos puede abrir las puertas del entendimiento en otros aspectos que no
hemos podido discernir correctamente.
El
cero es la representación matemática de la “NADA”. Si repartimos cero entre
diez personas, ¿cuánto le tocaría a cada una de ellas? “absolutamente nada”, si
multiplicamos el cero por cualquier cantidad como resultado tenemos “NADA”, si
sumamos cero a cualquier cosa es exactamente lo mismo, no cambia, “el cero es
una referencia que en el Universo sería equivalente a un sólo punto”.
¿Entonces
el CERO existe? No como un objeto material, pero sí como un concepto racional,
ya que sin el CERO la ciencia no existiría, lo que demuestra primero que lo
racional existe independientemente de lo material, es más todo lo material
tiene un concepto o una serie de conceptos inherentes al objeto en cuestión,
conceptos que nosotros podemos razonar y discernir hasta llegar a comprenderlos
desde su origen hasta toda su expresión, “pero lo racional puede existir
independientemente, lo que en la mente sería el conocimiento y la imaginación”.
¡El cero es un concepto absoluto! Sólo existe en la mente es puramente
subjetivo por lo que podemos concluir que el CERO es un CONCEPTO, SUBJETIVO,
ABSOLUTO, de su existencia deriva el conocimiento de toda la ciencia, ya que a
partir del cero es que podemos abstraer la realidad y expresarla de forma
matemática, lo que demuestra que lo subjetivo racional existe tanto como existe
lo objetivo material.
NADA es ABSOLUTO, pero ¿TODO es RELATIVO?
El
Cero equivale a nada, no representa nada material, es solamente un concepto,
los objetos son algo relativo a los parámetros en los que se definen, la
materia es algo relativo al tiempo y al espacio, pero fuera del Universo el
tiempo y el espacio pierden su significado, por lo que podemos afirmar que lo
relativo ¡no es absoluto!; otra característica de lo relativo es que está
limitado, como acabamos de observar el tiempo y el espacio que son los
parámetros con los que se define al Universo tienen límites, y por definición
cambia en todo momento, por lo que podemos concluir que lo relativo, que está
limitado, no puede ser trascendente.
La
materia tiene desde su concepción una serie de principios y leyes que rigen su
comportamiento en el Universo, desde que ocurrió el BIGBANG iniciaron las leyes
y principios que ordenan a la materia de forma objetiva en obras, iniciaron el
tiempo y el espacio, las obras y los límites relativos a los mismos como
condicionantes de la expresión, pero la ciencia al no considerar la existencia
de lo subjetivo como fundamento y razón de lo objetivo, no pudo afirmar que
existiera algo que fuera más allá de lo aparente, por lo que simplemente
concluyó diciendo que el Universo surgió de la “NADA”, pero como ya observamos
del CERO que equivale a nada, no sale nada, por lo que ése razonamiento
es lógicamente equivocado, ¡el Universo no surgió de la Nada!
Otra
tesis de la ciencia sostiene por la misma razón de haber negado la existencia
de lo subjetivo, que entre las galaxias, en medio de las estrellas e inclusive
entre los átomos, entre sus electrones y protones no hay “NADA”, lo que también
es incorrecto porque como ya observamos el CERO que es equivalente a nada,
se representa en el Universo como un solo punto, por lo que “no puede ser Nada
lo que existe en ése espacio”, que tampoco es un objeto ni está limitado, y por
lo tanto lo lógico sería pensar que ése inmenso espacio, en donde se encuentra
inmerso el Universo es lo contrario de “Nada”, que es el “TODO ABSOLUTO”,
eterno sin parámetros ni límites, ¡siendo éste TODO ABSOLUTO de donde surge el
Universo relativo como una expresión de su ser!
Lo
relativo, se llama relativo por los parámetros en los que se define, si no
tuviera parámetros ni límites entonces sería absoluto, ¿Algo objetivo puede ser
Absoluto?, ¡por supuesto que no!, porque cualquier objeto tiene
parámetros y límites, por lo que no puede ser Absoluto; es más, el valor
absoluto de los objetos en comparación con “El TODO”, es NADA, para demostrarlo
ubiquemos cualquier objeto de cualquier tamaño, inclusive el Universo material
completo y alejémonos lo suficiente como para que ése objeto se pierda en el
infinito, su valor relativo sería equivalente a un solo punto, por lo que la
expresión no vale más que por el significado para quien la creó y para quien la
entienda.
Si
“NADA es ABSOLUTO” que es subjetivo. ¿TODO tiene que ser objetivo?, ¡por supuesto
que no!; entonces si TODO es subjetivo y no es relativo ¿también es ABSOLUTO?
¡Por supuesto que sí!, ya que dentro de lo subjetivo se puede definir lo
relativo y lo Absoluto, una expresión puede ser una idea subjetiva, manifiesta
en una obra limitada a su marco de referencia, en el Universo el tiempo y el
espacio son los límites de la expresión, sean razones u objetos en cuestión;
pero el Absoluto es el origen… la esencia misma de la idea subjetiva… el poder
hacer que ésa idea exista… el Verbo que da origen a la acción… el TODO sin
límites y sin parámetros absoluto y eterno.
No
venimos de la “nada”, lo que nos da otra perspectiva acerca de nuestro origen,
la Nada nos ha servido de referencia para poder abstraer la realidad y razonar
correctamente las causas y efectos, pero de ninguna manera es el origen y el
fin de estos, el Todo Absoluto es el origen y destino de todo cuanto existe;
esto no lo habíamos entendido porque el conocimiento se adquiere de la nada
hacia el Todo, por lo que es razonable pensar que el conocer al Absoluto, es la
siguiente etapa de nuestra evolución en el conocimiento, lo que explica porque
antes no lo habíamos podido definir, simplemente no era el tiempo de ser
revelado, pero ahora que existe un lenguaje universal con las matemáticas, que
existe un conocimiento previo del Universo y que existe la comunicación sin
distancias y sin fronteras, es el momento de entender al Absoluto, que es la
causa de ésta reflexión y la razón de nuestro existir.
Esto
también nos da la referencia de lo que somos nosotros mismos, pues en lo
material somos animales; también somos sujetos racionales, somos alma que se
expresa y se comunica; lo que no hemos alcanzado a comprender es lo que somos
en esencia, en espíritu, ya que, dentro de lo subjetivo, existe la esencia y la
razón, pero no se ha entendido la diferencia entre el espíritu y el alma, y
tampoco se ha considerado su importancia, pues hasta ahora en el diccionario se
define al alma como espíritu y al espíritu como alma… que tragedia.
El
alma es lo que nos hace ser individuos, distintos seres que conocen y expresan
la vida, pero el espíritu es absoluto, es una parte de nosotros que se
manifiesta en nuestra conciencia, de donde conocimos el amor y la paz mientras
fuimos inocentes, sentimientos que queremos siempre recrear en nuestra
imaginación cuando por desobedecer a nuestra conciencia, sentimos lo que es la
culpa, la angustia y el temor. Al Espíritu lo sentimos desde lo más profundo de
nuestro ser y quisieron explicarlo como una reacción química del cerebro, lo
cual es muy lamentable, por eso se confundió el amor con el sexo, como si el
placer fuera sinónimo de paz o de amor. Recuerdo el día que leí en la biblia lo
que significa el amor y quedé estupefacto, pasmado ante esto:
-Si yo hablase lenguas humanas y
angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que
retiñe.
Y si tuviese profecía, y entendiese
todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que
trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.
Y si repartiese todos mis bienes
para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no
tengo amor, de nada me sirve.
El amor es sufrido, es benigno; el
amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada
indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la
injusticia, mas se goza de la verdad.
Todo lo sufre, todo lo cree, todo
lo espera, todo lo soporta.
El amor nunca deja de ser; pero las
profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.
Porque en parte conocemos, y en
parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte
se acabará-.
La
razón no me alcanzaba para comprender por qué me habían inculcado que el amor
era el sexo, o la familia o los amigos, habían confundido el amor con el deseo
y fue entonces cuando comprendí que mi origen, no fue la razón, es el amor,
absoluto y trascendente de Dios.
Ahora
analicémoslo de manera científica, existen dentro del Universo un contexto
objetivo y otro subjetivo, todo lo objetivo tiene implícito un concepto
subjetivo inherente que se puede abstraer en la mente, sin embargo no todo lo
subjetivo tiene que representar un objeto, como acabamos de concluir el cero no
existe más que como un concepto subjetivo, pero al estudiar y analizar al
Universo, lo primero que reconocemos es su inmensidad y dentro de ésta, los
años luz de distancia entre un objeto y otro, que como ya observamos, no puede
ser “nada”, por lo que apoyados en la definición de lo que es una línea podemos
definirlo y comprenderlo, “una línea se define como una sucesión de puntos”,
una infinita sucesión de puntos, es una línea infinita que atraviesa al
Universo, una infinita sucesión de líneas, es un plano infinito que atraviesa
al Universo y una infinita sucesión de planos, es la definición de lo contrario
de la nada que es el ¡TODO ABSOLUTO que es DIOS!, en donde está inmerso el
Universo; ése inmenso espacio no está vacío sino lleno de Dios, y éste “TODO”
es el origen y el fin del Universo en lo objetivo y subjetivo, puesto que están
inmersos dentro del “Todo Absoluto” y surgen de Él, es como el aire que no
vemos pero que necesitamos para vivir, así necesitamos al ABSOLUTO para
existir, ya que es de Él de donde se desprende el Universo en toda su
expresión.
Tenemos
nuestro origen en el Todo Absoluto, no en la nada, éste Todo Absoluto está en
todas partes y es el mismo aquí y en todo el infinito; éste Absoluto es como el
cero para la ciencia, una Constante; dentro de éste se encuentra el Universo en
toda su expresión objetiva y subjetiva, y siendo el origen y fin de ésta
expresión, es la “esencia”… el Absoluto es el fundamento y el poder que es el
“Verbo”… éste Verbo es el que da origen a la expresión que es el Universo… y
éste Verbo que es el “TODO ABSOLUTO”… ¡Éste Verbo es DIOS!.
Dios
está en todas partes, es OMNIPRESENTE, todo el conocimiento surge de Él, es
OMNISCIENTE, todas las obras son expresiones de Él, es OMNIPOTENTE, sin Él no
existiríamos; éste único Dios Absoluto es la vida, sin Él no viviríamos; éste
Dios Absoluto es eterno ya que no está sujeto al tiempo ni al espacio, es más,
estas ideas son conceptos de Él, somos conceptos y obras de éste ser absoluto
que es ¡Dios!, somos su creación, ejercicio de su voluntad y su razón.
Nosotros
tenemos la facultad de ser creativos, como Él es, en eso somos semejantes a
nuestro Creador, la muestra más clara de nuestra capacidad de creación, son las
computadoras, las cuales han evolucionado, desde su idea hasta lo que son ahora
en nuestra expresión; con estas hemos sido capaces de crear realidades
virtuales, inteligencia artificial y seguimos evolucionando, así el concepto de
la creación evolucionó hasta lo que somos nosotros, una creación hecha en lo
subjetivo a imagen y semejanza de su Creador, pero aún ésta capacidad de ser
como Él, nos es dada por su voluntad; somos en lo subjetivo, seres con la
capacidad de crear con el uso de la inteligencia y la imaginación, y podemos
descubrir con el razonamiento la inteligencia de nuestro Creador, al poder
abstraer los principios que ordenan y rigen al Universo, lo que demuestra que
el Universo, en lo objetivo material y en lo subjetivo conceptual, son una
expresión del Creador.
Y a este ser absoluto y trascendente lo sentimos en el
alma a través de los sentimientos, así es como podemos entender que cuando
actuamos conforme a nuestras conciencias, el amor y la paz de Dios nos
reconfortan en el alma, es cuando podemos entender la naturaleza del creador,
la esencia de sus actos y entendemos que ese verbo es amor, porque Dios es
amor.
¿De
qué sirve conocer a Dios?, ¿saber que existe es conocerlo?, ¿qué es lo que
podemos conocer del Absoluto? Porque ya dedujimos algunas cuestiones acerca de
Él, sabemos que es el origen y destino de todo lo creado, además estamos en
contacto con el Absoluto puesto que está en todas partes, ¿pero lo podemos
sentir?, y si es que lo sentimos, ¿cómo es que sentimos?, ya que si está en
todas partes también está en nosotros, pero no estamos conscientes de su
presencia por no saber lo que es, desconociendo su significado y trascendencia.
¿Es
posible reconocer la diferencia entre la esencia, la concepción y la obra,
entre el espíritu, el alma y el cuerpo, entre lo absoluto y lo relativo?,
porque como se suponía que todo es relativo, la diferencia entre estos era
prácticamente irresoluble, ¿en que nos podríamos basar para establecer las
diferencias? Estas preguntas necesariamente tienen que tener respuestas
razonables, no solamente para los eruditos del conocimiento sino para todos,
ése es el propósito de la Filosofía, lo único que la justifica como ciencia,
pero al no haber resuelto de manera correcta estas dudas para lo que fue
creada, cayó en la desgracia de ser considerada como parte de la Literatura, de
la imaginación de unos cuantos locos que no pudieron resolverlo para la humanidad,
esto sin lugar a dudas es la mayor decepción que ha sufrido el hombre, de la
filosofía, no hay conocimiento del Absoluto y por lo tanto no hay valores
absolutos; si solamente existe lo relativo, pues comamos y bebamos que al fin y
al cabo moriremos; si solamente existe lo relativo entonces no tenemos
esperanza, no tenemos vida eterna y nada de lo que hagamos o tengamos va a
poder trascender, ¿de qué sirve cuidar lo que no podemos conservar? Pero lo
absoluto sí existe, terrible dilema ya que solamente hemos vivido para la
vanidad y ésa manera de vivir no nos brinda esperanza y no nos puede dar paz.
¿Por
qué nos afligimos? ¿Por qué la vida está llena de incertidumbre y de malas
decisiones? Nosotros ponemos nuestras decisiones ante un tribual del que somos
los jurados, emitimos juicios de valor y ante una duda razonable somos capaces
de hacer lo peor, ante la duda razonable escogemos al egoísmo antes que la
bondad y se comprende porque si no conocemos a Dios, nuestros intereses no lo
van a considerar en su toma de decisiones y aún los actos de nobleza, se
convertirán en actos de vanidad. Pero el problema es que al escoger la vanidad
nos afligimos, por eso está escrito, “vanidad de vanidades, todo es vanidad y
aflicción de espíritu”, y esto se explica en el hecho de que la esencia de las
intenciones se siente con los sentimientos, y si nuestra intención no considera
al Absoluto antes que lo aparente, vamos a escoger la apariencia de las cosas
que son vanas como el propósito de nuestras causas, antes que la esencia de las
mismas, sacrificando nuestros sentimientos cuando exista un conflicto de
intereses, por no considerar a nuestra esencia algo valioso y como consecuencia
vamos a sentir aflicción, que algunos llaman culpa y otros llaman trastornos de
conciencia, que a su vez se traduce en temor.
¿Entonces
sentimos al Absoluto?, ¿qué parte de nosotros siente su presencia?, ¿cómo es
que podemos considerarlo en nuestra toma de decisiones para no salir
lastimados?, ¿o estamos condenados a la vanidad?
El
hecho de que no estemos conscientes del Absoluto no nos excusa de sentirlo, así
como sentimos al cuerpo material, también sentimos, lastimamos o complacemos al
espíritu que también somos.
Hay
que hacer “Conciencia”, saber lo que está pasando en el momento en el que
ocurre o por medio de una reflexión respecto a lo que ocurrió. La conciencia
tiene diferentes niveles de acuerdo al entendimiento de los eventos, desde los
más elementales o empíricos, pasando por el entendimiento de las razones, hasta
los niveles de conciencia más elevados en donde se comprende el fundamento de
la acción, la esencia misma de los actos.
¿Entonces
la conciencia es una herramienta del alma para conocer a Dios o es un producto
de la mente?
Las
sensaciones que se tienen a partir de los sentidos son lo que percibimos de
nuestro entorno físico y vamos comprehendiendo cómo interactúan con nosotros en
un proceso en el que al hacer conciencia de nuestro propio ser cobramos vida,
una vida racional al ejercer nuestra voluntad sobre el mismo. Así como sentimos
a través del cuerpo físico las sensaciones que tienen su origen en el universo
relativo, de la misma forma sentimos otro tipo de sensaciones a través de
nuestro cuerpo espiritual que tienen su origen en el Absoluto, las cuales no se
perciben desde el entorno, sino se intuyen desde nuestra propia esencia, sin
embargo cuando falta el entendimiento la conciencia se queda en un nivel
elemental por lo que no se puede comprender el origen de esas sensaciones ni se
pueden interpretar correctamente, sólo se sabe que se sienten porque nos
lastiman o nos complacen, pero no existe un conocimiento racional que nos sirva
de referente para nuestro entendimiento, porque no podemos decir que estemos
conscientes de éste ente espiritual, ni tampoco del origen y destino del mismo,
hasta que entendiéramos su verdadero significado.
En
el alma además de los sentidos, sentimos emociones de acuerdo al significado de
los conceptos y también sentimientos que tienen su origen en la esencia de los
actos, por lo tanto los sentimientos de los que estamos conscientes de forma
elemental “empírica”, son la forma en que sentimos al Absoluto, ésa conciencia
empírica de los sentimientos es la que nos acusa o nos excusa en nuestra toma
de decisiones, por ser la conciencia de la esencia con la que fuimos creados,
de la cual nos desprendemos porque es Dios; la cual al no comprender su origen
y significado no ha pasado a ser parte de nuestra vida, ésta conciencia sólo es
motivo de temor o guía puesta para nuestro servicio, pero de ninguna manera
nuestra voluntad, sólo hasta que ése cuerpo espiritual estuviera consciente en
nuestro entendimiento, sería parte de nuestra voluntad y nuestra vida, por ésta
razón es que los sentimientos no han sido valorados correctamente, pues no han
significado algo valioso para nuestra mente, aun cuando nos duelan o complazcan
en nuestra conciencia, al no haber comprendido su realidad y el valor
trascendental de eso que sentimos y que podemos ser.
En
la mente con el uso de la razón, memoria e imaginación concebimos conceptos
subjetivos que se traducen en emociones, pero las sensaciones que tienen su
origen en el Absoluto también son subjetivas y por su origen deberíamos
considerarlas trascendentes, porque las sentimos de nuestro cuerpo espiritual
también en la mente, y aun cuando éstas sensaciones son trascendentes no les
damos su debida importancia, ya que si no hemos discernido el alma y el
espíritu en nosotros, no podemos distinguir el origen de ésas sensaciones y no
podemos valorar correctamente lo que sentimos.
Tenemos
muy claro que los cinco sentidos se disciernen en la mente no en el cuerpo, en
el cuerpo están los sensores que mandan la señal al cerebro, ahí comienza el
proceso de abstracción hasta que se discierne y se le da sentido en el alma,
por lo que queda claro cuál es el origen de ésas sensaciones, que es el
universo relativo y como conocemos de lo objetivo hacia lo subjetivo, lo que
falta es discernir correctamente en lo subjetivo, el alma y el espíritu, por lo
que tenemos que encontrar la verdad que nos ayude a distinguir correctamente la
diferencia.
El
cuerpo está definido en el tiempo y el espacio, su expresión es finita y ésta
expresión finita la conocemos a través de los cinco sentidos, sin embargo
nosotros no sentimos solamente con los sentidos, existen las emociones y los
sentimientos,
otras sensaciones que es necesario distinguir correctamente para comprender su
origen y también su verdadera importancia, porque el espíritu, nuestro cuerpo
espiritual también existe, lo sentimos en el alma, pero no se entiende el
origen de estas sensaciones, porque no hay una diferencia aparente entre lo que
expresamos con el alma y lo que sentimos del espíritu, espíritu que al comprender
que es absoluto sabremos que es el mismo Espíritu de Dios.
¡El espíritu es
engendrado por Dios!
Somos
en el cuerpo y alma una creación de Dios, como lo es el Universo, pero la
esencia es absoluta y es una sola, por lo que nuestra esencia que es nuestro
cuerpo espiritual no puede ser creado sino engendrado por Dios, porque es su
misma esencia ya que no puede ser otra, pero el alma solamente vive para lo que
conoce por lo que el alma no vive para el Absoluto hasta que lo conociera, como
quien dice, el alma es eterna cuando vive para el Espíritu de Dios.
Es
como si nos hubiera sembrado en nuestra alma el árbol de su propia vida,
“nuestro espíritu”, que siendo esencia de su propia esencia nos haría sus
hijos, lo que debería darnos esperanza de trascender juntamente con Él, pero no
lo hemos conocido y aunque el alma siente al espíritu, no lo entiende y no lo
ha considerado como parte de su ser.
Para
comprender todo lo que esto significa hay que empezar por reconocer que lo conceptual
que se traduce en las emociones que también son subjetivas, son la idea pero no
son la esencia, y dependiendo de su significado es como las vamos a sentir en
la mente, por ejemplo, si anota su equipo sentirá felicidad, si anota el
contrario tristeza, depende del significado es la sensación que se obtiene,
éstas sensaciones son el resultado del conocimiento en un acto de
discernimiento, reflexión y memoria, lo que también hace de estas sensaciones
algo íntimo y personal, aunque también es importante considerar que éstos
conocimientos se han transmitido de una persona a otra y de una generación a
otra, acumulando a través de distintos métodos la memoria de éstos, así tenemos
un conocimiento en lo individual y también tenemos un conocimiento colectivo.
El
conocimiento es lo que en verdad es la vida, ya que en el ejercicio de la
voluntad y el libre albedrío es donde verdaderamente nos sentimos vivos, “la
existencia sin conciencia simplemente no es vida” y no puede haber conciencia
sin entendimiento más bien sería inconsciencia; si no entiendo que está pasando
por desconocer el significado, ése evento carece de sentido y no se puede
sentir ninguna emoción, porque sin conocimiento no puede haber emoción.
Con
éste entendido podremos deducir que de las sensaciones inherentes al cuerpo
material se desprende el conocimiento del mismo, y posteriormente con el uso de
éste conocimiento y el ejercicio de la voluntad, el cuerpo material se
transforma en un instrumento del alma, pero si no alcanzamos a conocer al cuerpo
espiritual que también tenemos, entonces el alma siempre se servirá de lo
aparente para su toma de decisiones y servirá a lo aparente como a un dios,
pero también y por desgracia no podemos decir ni suponer siquiera que ése
cuerpo espiritual esté vivo, pues ni siquiera existe para nuestro entendimiento
y todo lo que sintamos de él sin el entendimiento, sólo nos servirá para
exacerbar nuestra imaginación y crear mitos y leyendas.
Después
hay que reconocer la diferencia de las sensaciones que no tienen su origen en
lo material y que tampoco son emociones, sino que tienen su origen en la
esencia, en lo que es nuestro cuerpo espiritual, sabiendo que el problema del
conocimiento viene a la hora de discernir lo que sentimos, ya que conocemos de
lo superficial hacia lo esencial, de la nada hacia el todo y si no alcanzamos a
comprender correctamente lo que sentimos, no podremos reconocer la importancia
y trascendencia de lo esencial, pues se confunde a la conciencia con una serie
de valores éticos o morales que más que una guía, pensamos que son toda una
carga cultural.
Ése
conocimiento colectivo determina muchos de los conceptos que tenemos de aquello
que sentimos y que no entendemos correctamente, así al sentir algo que no
comprendemos preguntamos su significado y cuando alguien nos da una
explicación, si la persona es de nuestra confianza tomamos como cierta ésa
explicación, aun cuando no nos convenza en nuestro entendimiento, así que
cuando nuestra sociedad nos educa en el entendido de que somos cuerpo y alma, y
no nos explica nada del espíritu, es comprensible que no alcancemos a
comprender la naturaleza de estas sensaciones, además por la misma causa al
ignorar el conocimiento de lo absoluto y trascendente, tampoco podremos valorar
lo que sentimos espiritualmente, es más si la conciencia es la vida, bien
podemos decir que no estamos vivos al espíritu hasta que lo pudiéramos conocer.
El
cuerpo espiritual proviene del Absoluto por lo que no es relativo, si
repartimos el cero que es un absoluto, a cada uno le toca lo mismo,
“absolutamente nada”, comprenderemos que al repartir el Todo Absoluto que es su
Espíritu, a cada uno de nosotros nos toca exactamente lo mismo, “absolutamente
TODO”. Si podemos conocer al Espíritu, que tiene que ser nuestro cuerpo espiritual
pues fuimos concebidos con él, entonces seríamos “eternos”, un solo Espíritu
con Dios, Dios en nosotros y nosotros en Él, porque la vida eterna depende del
conocimiento de Dios, como está escrito “esta es la vida eterna, que te
conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu hijo Jesucristo, a quién tú has
enviado”. Con lo que comprobamos que el cuerpo y alma son una creación de Dios,
pero el espíritu que sentimos aun cuando no lo hayamos conocido, es espíritu
del Espíritu de Dios, porque es absoluto y no puede ser una expresión, sino su
esencia.
¿Cómo
distinguir entre la esencia que es Dios y una regla moral o ética? ¿Cómo
distinguir la diferencia entre la intención y el deseo?
Como
hemos hecho conciencia de los sentidos, también tenemos que hacer conciencia de
nuestro espíritu, por medio del entendimiento de nuestros sentimientos, para
poder comprender su verdadero valor e importancia; ésta conciencia tiene con el
conocimiento de Dios, su verdadero significado, porque si no hacemos conciencia
de la diferencia entre lo racional y lo espiritual (emociones y sentimientos),
que son la clave para distinguir al espíritu del alma, entonces nuestra
conciencia de Dios será solamente una ilusión, pero si entendemos ésta
diferencia, entonces sí estaremos conscientes de su existencia.
¿Qué
es la conciencia que proviene del espíritu? sino la voz del Absoluto, si el
Absoluto es la esencia que se traduce en la intención al expresarse o en los
sentimientos al sentirse, la conciencia espiritual es entonces la que nos acusa
o nos excusa en nuestra toma de decisiones, sin embargo algo que se puede decir
con toda certeza cuando se considera al Absoluto, queda en un ambiguo
razonamiento cuando no hacemos ésa consideración, ya que si solamente existe lo
relativo, entonces puedo sentir culpa al decidir expresarme con mala intención,
pero si se consigue el objetivo relativo que es lo que para la mente tiene
algún valor, se puede cargar con la culpa y mitigarla con una serie de
paliativos o sugestivos.
Hay
actividades que con una falsa imagen de felicidad buscan borrar de la mente las
culpas, éstas se convierten en un paliativo si no resuelve el problema de
fondo, ya que nuestra alma desea borrar las culpas y cuenta únicamente con lo
que conoce para resolverlo, estas actividades hacen olvidar momentáneamente el
problema por el placer que producen, aunque al final solamente agraven la
situación. El problema surge por lo que enseña la sociedad, que al no tener el
conocimiento de Dios y lo que significa, ha intentado darle valor a nuestras
vidas con el dinero, el poder, el placer y la fama, que es lo que nos puede
enseñar, la sociedad nos ha sugestionado inculcándonos estos valores a pesar de
la culpa que provocan, por sacrificar los sentimientos por la vanidad; pero
otra parte de la sociedad intenta por el contrario someternos por temor a la
misma culpa, sin oponer resistencia a lo que dicta nuestra conciencia, como
siervos sin voluntad, por miedo y no por convicción, lo que sucede cuando ya
estamos cansados de luchar con nuestra propia conciencia.
Hemos
puesto a la vanidad como el valor más importante de la vida y es comprensible
si es lo único que conocemos, pero no tenemos justificación para nuestra
conciencia espiritual que sigue acusando y excusando nuestros actos por la
esencia de los mismos, y esto ocurre porque fuimos concebidos con ésta
conciencia para que sepamos cual es la esencia de nuestro Creador.
La
materia no es buena ni mala, el bien y el mal se discierne en el alma, el bien
y el mal sólo existe en nosotros, pero sin el conocimiento del Absoluto no
existen razones que nos hagan entender la diferencia entre estos dos conceptos,
aunque como dijo el filósofo “Kant”, con toda razón pero sin una fehaciente
explicación “malo es aquello que se hace con mala intención”, pero con el
conocimiento del Absoluto cambia radicalmente el valor en la conciencia, ya que
a partir de éste conocimiento es que podemos considerar correctamente la
esencia de nuestros actos, y la importancia de los sentimientos, pues al tener
su origen en el Absoluto podemos entender lo que para nuestro Creador es bueno
y es malo, ya que la esencia que tenemos que considerar es la esencia con la
que fuimos creados.
Es
como si junto con el árbol de la vida nos hubiera sembrado el árbol del
discernimiento del bien y del mal, por lo que ahora tenemos en la conciencia la
fuente de la sabiduría y del entendimiento del bien y el mal.
Somos
semejantes al Creador pero no somos como Él y ése es el verdadero problema,
porque el propósito de nuestra creación es que seamos como es Dios, como está
escrito, “sed perfectos como vuestro Padre que está en los cielos, es
perfecto”, ése es el siguiente paso de nuestra evolución, pasar de ser
criaturas vanas a ser eternos hijos del Creador, hagamos un acto de conciencia
y reconozcamos que los sentimientos y las intenciones que tienen su origen en
el espíritu son trascendentes, por lo que sin lugar a dudas son más valiosos
que los sentidos y las expresiones físicas, con lo que podemos decidir en conciencia
lo que mejor nos conviene, ya que el espíritu al cobrar conciencia cobra vida,
lo que también nos da esperanza al saber que podemos trascender con ésta nueva
vida, que como consecuencia nos dé paz al quitar la incertidumbre de la muerte
en el alma.
Somos
semejantes a Dios, pero no somos como Él, y la cuestión es que fuimos creados
para ser como es Él, el destino del hombre es trascender a su carne y ser en
espíritu y verdad como es Dios, pensar que en la vanidad encontraremos nuestro
propósito y destino es perder el tiempo, es condenarnos como hemos sido
condenados a la incertidumbre y a una serie de esfuerzos egoístas que conducen
a la mayoría de nuestro género a la hipocresía, al delito o a los vicios y
sobre todo a una mala conciencia, todos llenos de desesperanza por no entender
al Dios Absoluto y eterno, lo que nos condena a la muerte.
La
Filosofía es la encargada de resolver científicamente el dilema del hombre, sin
embargo el dilema hasta hoy era un misterio y el misterio era Dios, ya que aún
para la iglesia Dios ha guardado el mismo misterio, la Filosofía no había
considerado al Absoluto para poder explicarnos y eso es comprensible pues no
existía una demostración fehaciente para poder considerarlo en nuestros
razonamientos, pues la ciencia se basa en definiciones y no podía considerar lo
indefinido como parte de su haber, y por otra parte la religión basa sus
explicaciones en metáforas y aunque en estas metáforas se encierran las
verdades universales, se perdió en las diferencias relativas a las culturas y
tradiciones, lo que no permite encontrar acuerdos en cuestiones trascendentales
para el hombre, por lo que tampoco pudo convencer a los científicos y a finales
del siglo XIX se le puso cerrojo a ésta discusión al negar la existencia de Dios
y afirmar que somos una obra de la evolución no de la creación, por lo que el
siglo veinte sirvió a lo aparente por razones científicas pero completamente
equivocadas.
No
existía una definición de Dios entendida por la ciencia, por lo que el
entendimiento que encierra la religión no podía ser considerado como parte del
conocimiento universal, y aunque muchos hombres de ciencia consideraron la
posibilidad de que Dios existiera, había sido imposible de explicar, con lo que
sólo podíamos imaginar y no descubrir todo aquello que la Filosofía tiene que
descifrar y develar, para que éste conocimiento sea transmitido universalmente.
Pero
sabiendo que el cero es la referencia de un concepto absoluto, podemos deducir
al “Todo, Absoluto y Eterno que es DIOS”, teniendo la oportunidad de conocerlo
y con ésta misma definición comunicarlo como la mayor y más importante razón
del ser humano, dejando de considerar al Absoluto como una simple
característica de algo utópico, para que llegue a ser parte de nuestro
entendimiento y con éste entendimiento traer a la vida a un nuevo ser absoluto
y eterno que está latente en nosotros, sabiendo que éste conocimiento es útil
en pro de una nueva forma de vida, porque el conocer a Dios es pasar de ser de
una simple creación a poder llegar a ser como Él es, considerando que con el
conocimiento del significado de nuestra esencia que es su esencia, podemos
hacer conciencia de nuestro espíritu en nuestra toma de decisiones lo que nos
haría parte de la naturaleza del Creador, ya no seríamos solamente semejantes
en la capacidad subjetiva de crear sino seríamos esencia de su esencia,
voluntad de su voluntad, engendrados de su Espíritu no creados, hijos suyos,
dejando de ser simples criaturas sin esperanza y llenas de vanidad, con el fin
de trascender juntamente, y ser con Él y en Él para siempre.
Aquí
hemos definido matemáticamente a Dios y razonado lógicamente su significado,
para que la ciencia pueda considerarlo y forme parte de la realidad y de la
existencia, además de fundamentar la existencia de Dios y su significado
también se dedujo que es una persona, ya que Dios en su definición se concibe
como alguien no como algo, también se analizó su contexto porque se observa a
todo el universo como su expresión no como su ser. Con lo que fundamentamos la
existencia desde otro contexto distinto, pero que también es real ya que lo
podemos conocer y definir. Este conocimiento no es inútil ni ocioso, porque nos
da el fundamento para entender a Dios y a nosotros mismos, puesto que estamos
inmersos en Dios y partimos de él con un propósito claro y preciso, y esto que
ahora podemos entender sólo podíamos imaginar a falta de sustento. Demostrar la
existencia de Dios es útil para todos, para los que consideran que existe Dios,
pero no han podido demostrar su existencia y para los que niegan su existencia,
para científicos y religiosos, todos tienen en estos argumentos la prueba que
necesitan para demostrar su existencia y evolucionar, porque el ser humano si
no conoce a Dios está condenado a desaparecer.
El
conocimiento de Dios es realmente valioso e importante, pero tenemos un enemigo
para la razón, que es nuestra cultura; ya que por falta de entendimiento el
hombre ha tenido que asumir la existencia de Dios sin entenderlo, llenando de
supuestos su razón, imaginando algo que necesitamos comprender para saber que
es real, porque la diferencia entre la realidad y la imaginación es que la
realidad puede ser comprendida por todos, porque no es supuesta, es clara y
precisa. Antes de que la ciencia develara muchos de los supuestos imaginábamos
lo que sentíamos, pero hasta que pudimos resolver esos misterios pudimos hacer
conciencia y entender su verdadero significado, resolviendo problemas muy
prácticos para la humanidad como con la medicina y otros relacionados con las
creencias como la astronomía, lo que sirvió para comprender muchos de esos
supuestos.
Pero
no se había resuelto el misterio más importante que pretendieron resolver con
esos razonamientos llenos de supuestos, que es entender nuestra razón de ser y
existir; para lo que es imprescindible revelar el misterio de Dios, entender
que existe todo un contexto que la ciencia no había podido descubrir, que es
útil para revelar nuestra razón de ser y existir, y fundamentar lo que se
pretendió explicar a través de metáforas en la Biblia, algo que ahora con este
descubrimiento podemos explicar y fundamentar científicamente, para que
traigamos al campo de la sensatez y la realidad todo eso que sólo habíamos
podido imaginar.
Sin
embargo la cultura es un enemigo poderoso, ya que la mente es débil y la
sugestión engaña, encadena a la mente y la hace esclava de la ignorancia, por
lo que es difícil penetrar en esa madeja de ideas, que aunque no tienen
fundamento, están muy anquilosadas en la ciencia y en la religión; por lo que
me es indispensable cuestionar de manera categórica a nuestra cultura, poniendo
en duda todos los supuestos que se inculcan como verdades, así como los ideales
por los que desean ser tal o cual cosa, que no son ni su verdadero propósito,
ni la razón por la que Dios nos creó; por lo que espero que no me tomen a mal
los señalamientos que aquí expongo y lo incisivo en descalificar todos los
supuestos de nuestra civilización.
Un
amigo convencido al fin de la existencia de Dios, me pidió que resumiera en
cinco puntos lo que necesitamos, para conocer a Dios y le conteste: el primero
es reconocer que no lo conocen, el segundo es entender que Dios existe (para lo
cual escribo este libro demostrando su existencia); el tercero es arrepentirse
del daño que se hacen con su propio pecado, algo que sin fundamento no pueden
entender y algo necesario, porque sin santidad nadie conocerá a Dios; el cuarto
es reconocer que Dios ha provisto de todo lo necesario para ser perdonados, nos
brindó el testimonio y el sacrificio de Jesús, y ahora nos revela su misterio,
que es el quinto y último punto que necesitábamos para que se cumpliera lo que
está escrito, que resucitemos a la vida a
la que hemos sido llamados a ser junto con Jesucristo hijos de Dios, éstos
son los argumentos para que estos cinco puntos puedan ser resueltos en sus
mentes, para que sea una realidad la revelación del misterio de Dios en ustedes
y alcancen a ser realmente sus hijos.
La
vida eterna es conocer a Dios…
Demostrar
la existencia de Dios suena tan pretencioso, que me decían cuando hablaba con
emoción, que no me ensoberbeciera, que fuera humilde, que no me admirara de ello,
no comprendían mi entusiasmo porque aunque lo escribí nunca considere mía la
obra, sino que Dios me uso para darles el mensaje a ustedes, por lo que sería
bueno aclarar que esto no es arte y que lo único que pretendí al prestarme como
instrumento, es que ésta obra despierte el entendimiento no la imaginación,
esperando que sea útil para sus vidas; lo escribí en obediencia, porque sé que
no me perdonaría si no les comunicara esto que es verdaderamente útil e
importante para sus vidas.
¿Por
qué somos tan inconscientes?
Lo
único que puede cambiar nuestra conducta es el conocimiento cierto y verdadero,
lo que sabemos que existe es lo que en verdad podemos valorar, si solamente
conoces al cuerpo material entonces es tu única esperanza, y es la vida a la que
nos aferramos, pues no existe otra vida a la que podamos aferrarnos y no hay
esperanza de vida eterna; por lo que la riqueza, la belleza, el poder o la fama
serán sus motivaciones, porque es lo que importa para la vida material, a falta
de otra forma de vida. Por eso está escrito que, “el que nace una sola vez
muere dos veces, pero el que nace dos veces muere una sola vez”.
En
el prefacio de “El retrato de Dorian Gray”, Orson Wells escribió: “Se le puede
perdonar a un hombre por hacer algo útil, con tal que no se admire de ello.
Pero algo inútil solo tiene sentido cuando es profunda y extremadamente
admirado”. Y termina diciendo “El arte es completamente inútil”. En estas
líneas puntualiza uno de los fragmentos literarios más conmovedores de la
condición humana, nuestra profunda necesidad de aceptación y reconocimiento, y
en esas líneas suplica que lo admiren.
¿Qué
podemos hacer para darle sentido a nuestra vida?, ¿para sentir que no
necesitamos ser admirados?, ¿para sentir que servimos para algo?, ¿para que se
justifique nuestra existencia?
Y
lo entendí cuando comprendí el fin de las cosas, lo único que justifica la
existencia de las cosas es que sirvan para lo que fueron creadas, si sirven
para algo más está bien, pero si no cumplen con el propósito por el que fueron
creadas, entonces no se justifica, es inútil su existencia; si el ser humano no
cumple con su razón de ser y de existir, se entiende que se sienta inútil y
ande buscando como alma en pena la admiración de los demás; por esta razón en
el afán de la admiración y el reconocimiento, admiran exageradamente y otorgan
reconocimientos por cualquier cosa, tratando inútilmente de llenar su vació
existencial.
Si
les dijera que encontré la fuente de la eterna juventud estarían interesados en
saber dónde está, si les dijera que tienen que entregarme su alma para que
encuentren lo que siempre habían deseado, muchos lo harían, si fuera
apasionado, convincente, muy sugestivo ofreciéndoles la felicidad y la vida
eterna de este cuerpo material, muchos más se adherirían a la causa,
entregándome su alma; sin embargo, si les digo que encontré a Dios, que me
reveló su misterio, que sé la verdadera razón de nuestro ser y existir, que
conozco como es que podemos ser en verdad hijos de Dios, para llegar a ser como
Él y vivir eternamente; muchos más de los que ustedes se imaginan, dirían que
ya lo conocen aunque sólo supongan su existencia; dirían que ya saben todo lo
que necesitan saber;
dirían que todos somos hijos de Dios, o que ellos y no otros son los verdaderos
hijos de Dios, o que solamente Jesús es el hijo de Dios; o hay los que piensan
que Dios no tiene hijos que esa es una presunción equivocada, y los que ni
siquiera creen en Dios, menospreciando algo que es infinitamente valioso e
importante.
Que
puedo hacer yo para convencerlos de que en verdad lo que aquí escribo es
cierto, si estamos rodeados de adivinos y agoreros de la suerte… por lo que les juro por el que vive por los
siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la
tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que
el tiempo no será más. Porque el misterio de Dios se ha consumado, como él lo
anunció a sus siervos los profetas y ahora está revelando.
Parece
que los niños son los únicos a los que les interesa conocer a Dios… pero su
curiosidad termina cuando los llenan de fantasías y su imaginación comienza a
llenar toda esa curiosidad, no les explican la verdad porque no la entienden, y
lo que es peor pierden el interés por conocer a Dios; ya no es algo útil,
porque con lo que se imaginan de dios obtiene las excusas y justificaciones que
desean; pero todo lo que se construya a partir de esa suposición es pura
ilusión, algo completamente inexistente en su realidad, por lo que las promesas
de ese supuesto dios que en verdad no conocen, son como la esperanza a la que
se aferran … pura ilusión… porque aunque sepan que existe, porque es obvio,
mientras no lo conozcan en verdad, no estará resuelta su duda: ¿Cuál es su
razón de ser y existir? Pero ese dios imaginario es un dios que perdona todo,
que ama sin exigir nada, al que pueden pisotear y vituperar sin consecuencias,
por eso pierden el interés de conocer al verdadero Dios.
Si
queremos tener otro destino hay que conocer a Dios, porque, si el único destino
que conocen es la muerte, la suerte la confunden con el destino. ¿Cómo
pretender darle un sentido a su existencia cuando su destino es la muerte?… no
lo tiene, si la muerte es el destino todo es vano y si todo es vano pues
comamos y bebamos que al fin y al cabo moriremos, si todo es vano la vida no se
justifica, es completamente inútil e intrascendente y buscaremos en lo vano
alguna justificación, cuando lo único que justifica la existencia de cualquier
cosa es que cumpla con la razón por la que fue creada, que otra razón puede
tener el hombre que cumplir con su propósito; pero sin conocer a Dios no hay
creador, no hay propósito, todos es vano y su destino es la muerte.
Si
entendieran la vida eterna a la que estamos siendo llamados, entonces no le
darían tanta importancia a la suerte, mientras no conozcan otro destino, la
suerte será valiosa e importante y su conducta estará dictada por los ideales
que los lleven a conseguir esa suerte; aquellos que digan que nosotros somos
los constructores de nuestro destino en verdad están diciendo que podemos
influenciar en nuestra suerte, la confusión proviene de su desesperanza, de la
verdad que dicta en sus conciencias que a ciencia cierta su destino es la
muerte, por lo tanto cambiar el destino es importante, pero llamarle destino a
su suerte es francamente una pérdida de tiempo, es… pura ilusión.
Pero
si no conocemos otra forma de vida aunque no hay esperanza nos aferramos a esta
vida material, y como no teníamos el fundamento para concebir una forma de vida
distinta, hemos tratado que ésta vida signifique algo más de lo que significa
en verdad y lo hemos hecho a través de la imaginación, eso que hemos conseguido
no es nuestra razón de ser y de existir, entonces para hacer que no se pierda
todo ese esfuerzo de imaginar que significa algo más eso que es vano y efímero,
lo reconocemos a través de la admiración, los premios, los aplausos, porque de
otra forma carece de significado y pasaría inadvertido como lo que es en
verdad, algo vano e intrascendente, porque no es por obras que podamos
trascender a esta vida.
El
absoluto y eterno Dios, es el fundamento para concebir una forma de vida
trascendente y eterna, pero si no lo conocen, en verdad no existe para ustedes,
es necesario conocerlo en verdad para poder considerarlo como parte de su
haber, con lo que también podrían entender la existencia de su espíritu y hacer
conciencia de esa parte de su ser, que por falta de entendimiento se ha quedado
como dormida, sin conciencia y sin vida, una parte que así como el cuerpo material
también exista, pero que por falta de conocimiento no ha cobrado conciencia
para que pueda formar parte de su ser; espíritu que se habría confundido con el
alma, pero que al hacer conciencia de su existencia pudiera despertar a la
vida, una forma de vida trascendente y eterna; pero para que éste supuesto deje
de ser una ilusión es necesario entender primero la existencia de Dios, para
que puedan fundamentar la existencia de su espíritu engendrado del Espíritu del
Creador, un cuerpo trascendental que se ha confundido con el alma porque no
había sustento científico en el que puedan soportar esas diferencias.
Por
esto es valiosa e importante la demostración científica de la existencia de
Dios, dejemos de soñar con un destino ilusorio, entendamos la verdad que como
una espada de dos filos sea capaz de discernir el alma del espíritu, nosotros
los seres humanos somos capaces de conocer a Dios y hemos sido llamados a tener
un destino eterno, que quite la incertidumbre de la muerte, para dejar de ver
en la suerte la única forma de sentir que valemos algo, Dios tiene preparado un
destino glorioso para aquellos que logren cumplir con el propósito por el que
nos creó, para alcanzar un destino eterno, pero para entender nuestro propósito
tenemos que conocer a Dios; dejemos de imaginárnoslo, Dios es cognoscible y
alcanzable, como está escrito -la vida
eterna es conocer a Dios-.
¿Cuál es nuestra razón de ser y existir?
Necesitamos
entender nuestra verdadera razón de ser de y de existir, comprender esa verdad
sería el evento más importante de la historia de la humanidad, porque si
resolvemos el problema de nuestra existencia que es nuestro propósito y
destino, podríamos con toda paciencia y constancia luchar día con día hasta
alcanzar ese propósito, pero si no lo sabemos estamos caminando sin rumbo hacia
el vacío.
Hemos
perdido nuestra capacidad de asombro, desde el holocausto, cualquier expresión
de violencia nos parece normal, no hemos llegado a ese extremo en el que
podríamos considerar que el hombre ha roto los cánones, pero sigo escuchando
como un anhelo velado por la censura, la próxima llegada del Apocalipsis en
donde esperamos ansiosamente el espectáculo que ya nos imaginamos y el cual
recreamos en películas y en libros de una u otra forma; es innegable el morbo
exacerbado que genera esa expectativa, por lo que cuando entiendan el
significado de lo que en verdad ha de suceder, es probable que la decepción y
el desencanto por los adivinos del destino no los deje ver el verdadero alcance
de lo que esté sucediendo.
En
verdad el Apocalipsis es un libro que expresa lo que ha de ocurrir, refleja una
guerra espiritual, que se ha de librar en cada uno en lo particular, es una
guerra que ha de terminar con un cambio dramático… pero sin drama, pareceremos…
pero no seremos los mismos, aquel que habíamos dejado de ser cuando éramos
inocentes… va a resucitar; por lo que les sugiero que no menosprecien el
conocimiento que pueden alcanzar.
Si
no conocemos a Dios, no sabemos nuestro origen, si no sabemos nuestro origen,
no entendemos nuestra razón de ser y de existir, y sólo podemos imaginar
nuestro destino, ¿por qué estamos aquí y para qué? Por lo que nuestra vida real
se llena de incertidumbre, al no saber estas respuestas, por esto nos estamos
inventando una razón por la que podamos sentir que servimos para algo, porque
en la realidad mientras no estén resueltas estas preguntas, la incertidumbre
que es una forma de miedo no nos permite ser felices en verdad.
Por
ésta razón el hombre ha buscado y no ha encontrado la respuesta para la
felicidad, buscan la felicidad como un fin, porque son infelices, cuando
deberían estar buscando las respuestas a este dilema existencial, el hombre no
entiende que es infeliz porque no conoce a Dios, por lo que evade a su realidad
y recurre a su imaginación para decir que es feliz, pero como su imaginación no
es real cuando regresan a la cruda realidad, reconocen su infelicidad y su
incertidumbre.
Por
lo que les voy a explicar la razón de nuestra existencia, nuestra razón de ser
y de existir:
Dios creó al hombre con el único
propósito de tener hijos, lo creó cuerpo, alma y espíritu, siendo el cuerpo la
semilla desnuda, en la cual se puede expresar la vida o la muerte, le dio un
alma nueva con la capacidad de conocer y decidir, lo que es su libre albedrío,
lo que lo hace un individuo; ¿por qué es tan importante el libre albedrío?
Porque si va a engendrar a un hijo, para que sea un hijo necesita ser otro,
aunque sea lo mismo y le puso ahí mismo, en esa semilla, un engendro suyo, su
propio Espíritu; para que cuando el alma conozca al espíritu, que es lo que nos
hace ser un individuo, cobre vida en nosotros, es como un nuevo nacimiento,
porque el alma no vive más que para lo que conoce y entiende, lo que no conoce,
aunque exista, para el alma no existe. Para que así se cumpla con el único
propósito de nuestra creación.
Cuando
nacemos no sabemos nada, el alma es nueva, pero sentimos, sentimos nuestro
cuerpo material y sentimos al Espíritu, pero no lo entendemos, hace frío, no
sabemos que es frío, pero ahí está tu madre y te abriga, le jalas el cabello a
tu hermana y te dice que no seas malo, le das un beso y te dice que buen niño,
pero no hay quien te explique las razones del Espíritu, porque Dios era un
misterio, pero sí sentimos lo que nos dicta en nuestra conciencia, aunque no
represente nada valioso en el entendimiento, porque para nuestro entendimiento
el Espíritu, que es Dios mismo, su propio Espíritu, para nuestro entendimiento,
mientras no lo sepamos de cierto, no existe.
Además
tenemos otras dos facultades para entender lo que es la vida, que son la
memoria y la imaginación, por lo que imitamos el comportamiento de los demás y
nos imaginamos como deberíamos de ser, pero como lo que sentimos en nuestra
conciencia del Espíritu, no representa nada valioso e importante, como nadie
nos explica las razones del Espíritu, cuando hacemos conciencia de la realidad
y tomamos nuestras decisiones no consideramos lo que sentimos del espíritu, por
lo que desobedecemos a nuestra conciencia y nos condenamos a no poder vivir
espiritualmente, por lo que nos sentimos culpables, es como si nos arrojáramos
por la ventana de un quinto piso, es un suicidio, pero no entendemos y solo
podemos sufrir en realidad; no hubo quien te frenara en tu afán de experimentar
o tener eso que te condena y te humilla.
Sin
embargo, nuestra razón de ser y de existir, no deja de ser la misma, que seamos
hijos de Dios, y esto que nos ha ocurrido a todos es para que entendamos que no
es por nuestra inteligencia, ni por nuestra voluntad, ni por nuestras obras que
podamos alcanzar nuestro destino, sino por la voluntad de Dios, por lo que para
cumplir lo que Él ha dispuesto, sólo faltaba revelar su misterio para que
consume su obra. Porque ya Dios había mandado a Jesús al mundo que es la
metáfora de lo que deberíamos entender, pero sin conocer a Dios no entendemos
lo que al espíritu se refiere, por lo que sin tener la referencia de Dios no
hemos podido discernir correctamente su significado, que sería la resurrección
de nuestro propio espíritu, recuperando la vida espiritual a la que hemos sido
llamados a ser junto con Jesucristo, hijos de Dios, cumpliendo al fin con
nuestro propósito y destino eterno, con Dios y en Dios por la eternidad.
Hemos
tratando de entender lo que es la vida y no lo habíamos conseguido, no
menosprecien lo que Dios está revelando, no es necesario que alguien defienda
esta causa, la verdad de estas palabras tienen en su propio entendimiento, en
el suyo propio, su única defensa; por lo que no pierden su tiempo si buscan en
verdad acabar de una vez y para siempre esto que Dios ha empezado, revelar su
misterio, para saber a ciencia cierta la verdad por la que fuimos creados,
cumpliendo al fin con nuestra razón de ser y existir, venciendo a la muerte, para
vida eterna y paz.
Espero
que consideren al entendimiento de su propia existencia lo verdaderamente
importante, y dediquen el tiempo y el esfuerzo que sea necesario para el
discernimiento de lo que aquí está escrito, a que tomen lo que Dios ha
entregado en la palma de su mano, no menosprecien su valor y su destino, tomen
la iniciativa en pro de una existencia digna. Aprendamos las razones y
enseñemos con toda paciencia y constancia hasta alcanzar el mismo entendimiento
en todos, porque llegará el día en que no será necesario decir conoce a Dios
porque todos lo conoceremos, pero hasta que esto ocurra, no descansemos ni
tengamos reposo, hasta construir en el entendimiento de todo hombre, la
conciencia y la vida que como hijos de Dios debemos edificar en nuestra alma,
para que entendiendo aquello que sentimos del Espíritu, seamos eso que sentimos
y entendemos.
Hemos
sido llamados a pelear la buena batalla de la fe, de la fe no fingida, de la
que somos testigos, la voluntad de nuestro padre es que ninguno se pierda,
porque el continuo clamor de los probables, de los posibles hijos de Dios,
espera la manifestación gloriosa de los que ya son hijos de Dios y de los que
serán antes que ellos, por lo que sabemos que somos más que vencedores, no hay
poder humano que se resista a la verdad, Dios es Espíritu y es verdad, por lo
que sin temor alguno, tomemos la verdad como estandarte y rompamos las cadenas
que nos atan a la muerte, ahora el misterio de Dios se ha revelado, nadie nos
puede engañar.
Éste
es un libro de ciencia y de religión, Dios existe y es absoluto, todo lo que
existe es la representación de su conocimiento y su voluntad, lo que aquí
demuestro no es un invento del hombre, es una revelación de Dios, todo lo que
hemos creado como algo distinto es obra nuestra y es obra de Dios, pero lo que
descubrimos por necesidad es una revelación, no sean pretenciosos al tratar de
apropiarse de su derecho; entiendan que Dios es el que da el querer como el
hacer, yo soy el que soy por su voluntad y por mi reconocimiento de su poder,
bendito sea mi Dios y padre que ha tenido misericordia de su creación y ha
tenido a bien bendecidnos con toda bendición, revelando su verdad y su vida.
La
vida es una manifestación del Dios, así como el universo es una expresión de
Dios, la vida se manifiesta desde la intención del Espíritu del creador, que es
el amor, porque Dios es amor. Es además algo que tenemos que tipificar y
comprender de diferente forma en cada uno de los planos de la existencia, así
la vida material se ha expresado a través del nacimiento, el crecimiento, la
reproducción y la muerte; es una expresión relativa al tiempo y al espacio,
finita y perene trascendiendo al individuo y acumulando la experiencia, de
forma que la vida se perfecciona o se extingue, adaptándose al entorno y
conviviendo con los demás organismos para su desarrollo y crecimiento. Es sin
duda una manifestación inteligente; la información que rige de manera
inconsciente al organismo es consciente para su creador, ha regido la vida y su
obra. Alegar casualidad, causalidad o cualquier expresión sin creatividad y
voluntad, es fatuo.
Pero
la vida tiene otros planos de manifestación, no es solamente materia expresando
vida, el alma tiene otra forma distinta de expresar la vida mucho más
interesante y apasionante ya que es algo particular inherente al individuo, en
donde la conciencia nos brinda la oportunidad de manifestar la vida de forma
distinta, en la que vivir sin conciencia es existir solamente, así que para
cada uno es la conciencia, el despertar de la vida que se forma en un proceso
de aprendizaje con el uso del discernimiento, la imaginación y memoria. Conocer
es vivir, ¿quiénes somos?, ¿cómo nos llamamos?, ¿qué hacemos?, “el lenguaje,
las costumbres, las tradiciones, la religión”, eso somos y ésa es la vida del
alma.
¿Qué
será entonces la vida eterna?
Si
todo fuera relativo nada sería eterno, suponer que vamos a trascender si todo
fuera relativo es absurdo, porque lo relativo está definido por sus parámetros
y límites, el tiempo y el espacio establecen un principio y un fin en el
Universo; pero nuestro espíritu pertenece a un contexto absoluto que por
definición es trascendente y eterno, por lo que el cuerpo espiritual que puede
despertar a la vida al hacer conciencia por su conocimiento, es quien nos puede
dar la esperanza de trascender juntamente con Él.
Nosotros
fuimos concebidos en el cuerpo físico, a partir de ésa concepción comenzó el
conocimiento y comenzó nuestra vida, desde la completa ignorancia hacia la
conciencia, y comenzamos a conocer nuestro cuerpo, el alma que nos une al mismo
y las cosas que nos rodean, posteriormente hicimos conciencia de nuestra propia
alma que es nuestro yo, e inmediatamente el alma de quienes nos rodean, el
cariño, la alegría, el comportamiento, y fuimos educados de acuerdo a los
cánones de la sociedad, pero la ciencia no conocía las razones del Absoluto,
desde lo que sentimos de Él, hasta lo que es en esencia; pasando por lo que
somos nosotros en esencia, en espíritu y verdad.
Parece
tan inmensa la apariencia y es tan tentadora que por no haber tenido las
razones para ubicarla en su debida dimensión, no le habíamos dado cabida a lo
eterno, que es lo que debiéramos entender, pues el cuerpo material no tiene
posibilidad de trascender, pero es la semilla de donde puede nacer el verdadero
ser que llevamos dentro… la vida eterna a la que podemos aspirar se ha quedado
latente y muere sin esperanza cuando no alcanzamos a despertar y hacer
conciencia del espíritu, sólo cuando el espíritu cobre vida, seremos transformados
de animales racionales a seres espirituales, porque el principio por el cual
podemos recuperar la esperanza es el absoluto y eterno Dios y los valores de la
vida espiritual son los que deben guiar nuestros esfuerzos de vida, para lograr
así someter al cuerpo material para el servicio de nuestro ser espiritual,
poniendo nuestra vida relativa al servicio de nuestra vida eterna. Pero no
podemos hacer esto si no conocemos al espíritu que está latente, el cual no
puede vivir hasta que estemos conscientes y despiertos a su existencia, para
que con ésa conciencia logremos apoderarnos de nuestra voluntad.
En
apariencia todos desean trascender de algún modo, algunos con los hijos, otros
con su propia vanidad y muy pocos con la conciencia de su propio ser absoluto y
trascendente. Hay algunos que sí lo han sabido, pero no lo habían podido
explicar de manera científica, con definiciones y pruebas, pero tenemos
metáforas maravillosas que han explicado de manera por demás acertada esto que
estoy definiendo, metáforas que ante el embate de los sofismas universales como
“nada es absoluto, todo es relativo”, ¡habían sucumbido! Por esto era necesario
combatir a los razonamientos equivocados con evidencias irrefutables, que sólo
por necedad no puedan ser consideradas como válidas, así es como éste
razonamiento puede servir para llevar el conocimiento de Dios a la vida, por
medio de la verdad que nos ayude a hacer conciencia para develar de una vez y
para siempre el milagro de nacer de nuevo a una vida con la que aprendamos a
vivir eternamente.
¡El Absoluto es el
fundamento del entendimiento!
Al
definir y comprender al Absoluto, logramos establecer el principio con el cual
se fundamenten los valores por los cuales se guie la humanidad, ya que la
vanagloria ha ocupado su lugar; nuestra razón de ser y existir está plagada de
ideales, el sueño de ser el más famoso, poderoso o rico, ha ocupado la razón de
nuestra existencia. Esos ideales en que el triunfo sólo es del vencedor,
convierte a los demás son perdedores, por lo que tenemos una sociedad de perdedores
en la que encumbramos a unos pocos, esperando ser los siguientes que ganen la
lotería.
La
ilusión de esos ideales y toda su gloria es efímera, si conseguimos lo que
buscábamos, la gloria pasa y no quedamos satisfechos, por lo que buscamos algo más;
si no lo conseguimos bajamos nuestros estándares y buscamos algo más factible,
algo que podamos alcanzar, algo que por lo general tampoco alcanzamos o cuando
menos no como nos lo imaginábamos; esos ideales siempre tienen un alto grado de
ilusión en la que generalmente lo que se consigue dista mucho de lo que se
imaginó, por lo que los que llegan a la meta difícilmente lo disfrutan, porque
no era lo que esperaban, cuantos ejemplos tenemos del éxito trágico en el que
el héroe es la víctima, la fama y la fortuna son losas difíciles de cargar; los
ideales brindan una falsa esperanza de gloria, hasta que ante la derrota o la
efímera satisfacción, los vicios ocupan su lugar.
El
día en que entendamos nuestra verdadera razón de ser y de existir dejaremos de
vivir de la ilusión, para dar paso a la realidad de una existencia trascendente
y digna, en la que las obras que parecen tan importantes pierdan su valor por
entender lo efímeras que son, para que nuestro espíritu ocupe el lugar que le
corresponde en nuestra conciencia y exprese la verdad, la justicia, el amor, el
bien y la misericordia por la esencia absoluta del Espíritu de Dios, que son
los verdaderos principios del entendimiento, porque son el fundamento de la
vida eterna, en la que sabiendo que vamos a trascender con ese espíritu
cifráramos nuestra esperanza fundamentando nuestras causas, dándole por fin
sentido a los ideales, que sin principios pierden toda proporción.
Conocer
a Dios y su trascendencia en nuestro propio espíritu, es la única forma de
trascender a esta vida transformando nuestra vana manera de vivir, somos lo que
conocemos, ésa es la vida, entendamos la verdad de la existencia de nuestro
espíritu, para trascender con ésa vida a ésta existencia vana y transformemos
nuestras mentes conscientes de lo que hacemos y pensamos, considerando la
trascendencia de nuestro espíritu; ésta es la respuesta, para dejar de imaginar
lo que sólo en espíritu y verdad podemos alcanzar. Sacrifiquemos todos ésos
ideales que parecen tan gloriosos, sabiendo que la gloria que podemos alcanzar
en la eternidad es infinitamente más valiosa e importante.
Nuestra
razón necesita apoyarse en principios inamovibles en los que se base el entendimiento
para su toma de decisiones, si no tenemos principios absolutos en los que
podamos apoyarnos, entonces nuestra razón estará plagada de malas decisiones,
porque si consideramos que nada es absoluto, solamente nos ocuparemos de la
apariencia de las cosas que no puede trascender, prefiriendo afligir al
espíritu, yendo en contra de la esencia misma de la vida que es Dios; por lo
que el conocimiento del absoluto y eterno Dios, debe ser el principio
inamovible al cual podamos recurrir para nuestra toma de decisiones, lo que
puede brindarnos la certeza y la convicción en el entendimiento, que es lo que
podemos llamar “Fe”.
Como
está escrito -La fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que
no se ve-
Si
reconocemos la existencia de lo eterno, entonces con un poco de sentido común
podremos descubrir nuestra naturaleza absoluta, porque no basta saber de la
existencia del Absoluto, es necesario que al tomar una decisión consideremos
que la esencia que proviene de Dios, es lo más valioso e importante cuando
ejercemos nuestra voluntad, al usar ése conocimiento para que sea un acto de
conciencia, escogiendo la esencia antes que la apariencia, para poner nuestras
vidas relativas al servicio de nuestra vida eterna, al servicio de nuestra vida
espiritual, al servicio de Dios.
Porque
ahora podemos entender que el Universo no es más que un inmenso huevo del cual
han de salir los hijos de Dios, que la vida espiritual está latente y al tomar
conciencia cobra vida, lo que nos puede transformar de ser criaturas de Dios en
hijos engendrados por Dios, espíritu de su Espíritu, esencia de su Esencia; así
podemos distinguir la esencia del Absoluto por el entendimiento del origen de
los sentimientos, pero también podemos entender nuestra propia vida espiritual
a través de lo que expresamos con nuestras intenciones; sólo así podemos
reconocer que en el fondo de las cosas lo que trasciende es la esencia, la
intención que da origen a la obra y el sentimiento que se desprende de ésta,
con la condición de que tenemos que hacer de ése acto, no un acto fortuito sino
de plena conciencia, esto es lo que hace la diferencia.
La
definición del Absoluto es el fundamento que la ciencia necesita para
comprender el sentido de la vida, para establecer con éste conocimiento una nueva
forma de expresarnos, en base a la conciencia de nuestro ser espiritual,
considerando que lo que nos dicta ésa conciencia es trascendente, por lo que es
la base de nuestra esperanza para llegar a trascender ésta existencia.
¿Por qué no lo
habíamos entendido?
Si
ya existe la forma de conocer la esencia de los actos, ¿cuál es el problema?,
¿por qué esas sensaciones no han sido valoradas correctamente?, o peor aún ¿por
qué no nos han guiado correctamente en nuestra toma de decisiones?
Como
ya dedujimos, tenemos en la mente una forma de “Conciencia” que no tiene su
origen en lo material ni en lo racional, que nos acusa o excusa en nuestra toma
de decisiones independientemente del conocimiento que tengamos de ella, y para
ésta conciencia existe una serie de reglas establecidas en su acción, que de
igual forma que las leyes de la Física son reglas universales, así se pueden
considerar los diez mandamientos como reglas prestablecidas por el Espíritu
para el alma desde el Absoluto, pero por más que hemos tratado de adjudicarles
valores morales o éticos, estas reglas siempre han sido una carga insostenible
para la conciencia humana, como está escrito “la ley se puso para que el pecado
sea evidente”, y también dicta que “la conciencia es la voz de Dios”.
Lo
que nos muestra que el verdadero problema de la lógica espiritual, pensar que
alguien o algo esté dirigiendo nuestra voluntad, admitir que ése alguien o algo
esté inmerso en nuestro ego, es algo que nos hace revelarnos, pues nuestro ego
es demasiado grande para someterse a ésa esclavitud o servidumbre; es cuestión
de naturaleza, fuimos creados para reinar sobre la tierra y someternos no es
una opción.
El
problema es que fuimos concebidos con el espíritu, para que ése espíritu que
habita en nosotros nos haga ser como es Dios, pero no puede vivir en nosotros
si no lo conocemos, sólo lo podemos considerar en la conciencia como un estorbo
para nuestro libre albedrío, porque lo sentimos, aunque no lo conozcamos, pero
como ignoramos su existencia simplemente no entendemos su significado.
Esta
conciencia espiritual es sólo el límite que tenemos que pasar para poder decir
que somos libres, cuando eso nos convierte en unos libertinos, lo que unos por
temor no hacen, es casi un acto heroico para otros aunque sea un suicidio, pues
ante la duda razonable siempre escogemos la satisfacción vana, antes de escoger
sensatamente la paz y el gozo, porque si no representan nada valioso para
nuestra escala de valores lo sacrificamos sin pensar; pero los que se han
sometido por temor a la conciencia, tampoco pueden sentirse libres porque no
consideran en ése acto su propia voluntad.
Hasta
que entendamos el valor de lo que sentimos del espíritu en nuestra conciencia,
pensaremos equivocadamente que es un simple razonamiento moral sin darnos damos
cuenta que es nuestra propia esencia, nuestro espíritu que acusa o excusa
nuestros actos. Hemos sido capaces de dejar salir lo peor de nosotros, con tal
de satisfacer nuestros deseos que solo consideran las apariencias como algo
valioso, pues es lo único que conocían.
El
problema es que al ir en contra de lo que nos dicta la conciencia, estamos
rompiendo el vínculo que existe entre Dios y nosotros. La razón por la cual no
hemos conocido a Dios es la condena por haber desobedecido a nuestra propia
conciencia, eso es lo que podemos considerar nuestro pecado, lo que nos produce
un dolor tremendo en el alma que se manifiesta en angustia y aflicción por la
culpa y la mentira que generan, porque el espíritu que antes representaba todo
lo bueno de la vida, el amor, la paz, el gozo… ahora está lleno de dolor e
incertidumbre. ¿Quién bajo estas circunstancias puede comprender la vida desde
otra perspectiva, cuando después de haber pecado solo queremos evadir a la
conciencia? Por lo que somos condenados a no poder conocer a Dios, y a no
entender nuestro propósito, razón de ser y de existir, poniendo una barrera en
nuestro entendimiento.
Estábamos
condenados a no conocer a Dios y la muestra de que como humanidad hemos estado
condenados, es que la ciencia no había demostrado la existencia de Dios, aun
cuando éste sea evidente y la religión tampoco nos lo había podido explicar.
No
habiendo razones para suponer que somos eternos, no tenemos esperanza y al
decidir desobedecer a nuestra conciencia espiritual, nos separamos de Dios, lo
que es la consecuencia lógica por la ley espiritual que rige nuestras almas.
El
problema se origina en los principios y escala de valores que nos inculcan,
porque no hay quien nos haya dado las razones para comprender y hacer
conciencia de nuestra vida espiritual, ya que es en nuestra infancia cuando
estamos formando ésta escala de valores, con los principios y razones que
fundamenten a los mismos, para que a través del entendimiento conozcamos lo que
es la vida, que tendría que incluir conocer a Dios.
Porque
si no tenemos valores absolutos, no tenemos a que sujetar nuestro libre
albedrío, nuestra escala de valores sólo considera lo que conocemos y si todo
lo que conocemos es relativo, no nos da ninguna razón para hacerle caso a la
conciencia espiritual, más que el temor, que también nos inculcan y no nos da
ninguna esperanza para la vida eterna, porque no conocemos al espíritu que
llevamos dentro, porque el único lugar en donde podemos conocer a Dios es en
nosotros mismos.
Como
está escrito –Por no haber tomado en cuenta a Dios, Dios los entrego a una
mente reprobada…- y agrega, -serás como una bestia delante de mí-.
Entonces
¿cuál es la barrera del entendimiento? La barrera es nuestra condena por desobedecer
al Espíritu de Dios, castigo que se traduce en culpa y miedo, al no comprender
el daño que nos hicimos al transgredir lo que dicta en nuestra conciencia.
Tampoco se ha conocido la forma de reconciliarnos con Dios, porque sin el
conocimiento de Dios, buscaremos las respuestas en las expresiones sin
comprender sus causas en un círculo vicioso. Porque si nos rebelamos en contra
de nuestras propias conciencias ¿no seremos condenados?
¿Cómo
podemos después de ser condenados a la culpa y al temor acercarnos a Dios?
¿Cómo puede Dios acercarse a nosotros sin ser destruidos? Es como si le
hubiéramos puesto un velo al entendimiento que nos separa de Dios, porque
después de desobedecer a nuestra conciencia nos condenamos por la ley
espiritual impuesta en el entendimiento.
Los
principios que están establecidos en el espíritu, son la expresión de la
naturaleza de Dios, no son ideas arbitrarias que puedan cambiar por las
circunstancias y es cuando podemos entender lo que está escrito, que todos los
mandamientos se resumen en el amor a Dios y el amor al prójimo, por eso cuando
haces algo en contra de Dios, por odio, por codicia o por vanidad, transgredes
su naturaleza y te lastimas porque tu espíritu no es una creación de Dios, es
su propio espíritu, es su Espíritu, su naturaleza que dicta en nuestra
conciencia lo que es bueno o es malo para Él y para ti también.
Por
eso es que, aunque el Absoluto sea evidente a la conciencia, la razón busca los
paliativos y los sugestivos con el fin de mitigar la culpa que se produce al
sacrificar los sentimientos por la vanidad, por lo que tenemos que hacer
conciencia del daño que nos hacemos al condenarnos en nuestros actos, para que
con éste entendimiento dejemos de hacer lo que nos condena, arrepintiéndonos.
La
naturaleza de Dios podría y debería ser nuestra propia naturaleza, porque
cuando somos niños la inocencia nos protege y nos libra de la culpa, pero en
vez de procurar por todos los medios educarnos para conservar esa inocencia que
nos hace sentir bien, nos inculcan los valores del mundo y terminamos
sacrificando nuestra paz.
Sin
embargo, como está escrito –un corazón contrito y humillado Dios no rechazara
jamás-. La soberbia de pensar que venimos a reinar sobre la creación se
convierte en el principal obstáculo de la razón y para no caer en el círculo
viciosos tenemos que romper con él, reconociendo que necesitamos ser salvados,
y entendiendo que no existe poder humano para resarcir el daño lo único que nos
queda es pedir ayuda y el único que nos puede ayudar es Dios, pero no podemos
presentarnos delante de Dios con una actitud visceral, contraria al espíritu
del creador ya que seguiríamos cometiendo el mismo error, seguiríamos en
nuestros pecados, por eso dice que Dios humilla a los soberbios y da gracia a
los humildes.
Con
éste entendimiento de la esencia de nuestro propio ser, tenemos que dejar de
servir a las apariencias, para servir a las intenciones del espíritu, sólo
entonces podemos aspirar a renacer al espíritu que no puede vivir por falta de
conocimiento y reconciliación, porque la carne nace para morir, pero el
espíritu nace para vida eterna y paz. Renacer al espíritu sin morir a los
deseos de la carne, no es posible, porque no se puede servir a dos amos, pero
si no renacemos al espíritu no tendremos vida eterna, ¿y quién nos garantiza
que la culpa y el miedo que son el castigo por desobedecer a nuestro espíritu,
no será lo que nos conduce a nuestra muerte eterna?
Pero
tenemos que renacer al espíritu, no como algo ajeno, no como si fuera alguien
más, porque si consideramos que ese espíritu es Dios, pero no nosotros,
entonces nunca entenderíamos que es nuestra naturaleza y estaríamos condenados
por la carne a la muerte. Si no tenemos la solución para la culpa, el alma
tratará de mitigarla en la conciencia con cualquier cosa que nos ayude a
evadirla, con vicios, placeres o actividades que nos mantengan ocupados para no
enfrentar la culpa. Nuestra cultura ha tratado de formarnos a través de las
apariencias, nos inculcan las buenas costumbres y la amabilidad para conseguir
la aceptación y la benevolencia; con el fin de obtener el dinero, el poder o la
fama, creyendo que estos valores relativos valen la pena, cultura de valores
que no pueden ser trascendentes ni valiosos para Dios, por la hipocresía que
generan, ya que no fundamentan la razón por la que debiéramos ser como es Dios,
por lo que estos paliativos y sugestivos no resuelven el problema; aún con el
arrepentimiento el problema no está resuelto porque no está pagado el agravio
por la desobediencia, porque cuando nos separamos del Absoluto por causa de
nuestra rebeldía, somos completamente relativos sin Dios, simples mortales y no
tenemos por nosotros mismos manera de reconciliarnos, ni con nosotros mismos ni
con Dios, porque habiendo sido condenados nada de lo que pudiéramos hacer tiene
valor para Dios.
Como
ya observamos, el valor relativo respecto al absoluto de cualquier cosa creada
es nada, sólo vale por su significado y el significado por su intención, por lo
que la expresión no tiene valor para Dios; incluso en nuestro razonamiento ¿qué
podemos hacer que pague por el agravio cometido?, a lo más que podemos aspirar
es a sentir vergüenza de nuestros actos, no entendíamos las razones por las que
deberíamos ser de otra manera, por lo que seguíamos cayendo en ése círculo
vicioso y esto es para que nadie piense que es por su inteligencia y no se
vanaglorie, que nadie piense que se merece la gloria en su vana humanidad y
pueda con toda humildad reconocer que Dios es el único que merece toda la
gloria, la honra y el poder por siempre.
¿Cuál
es la respuesta a todo éste dilema? La respuesta está en el entendimiento, para
empezar conocer nuestro propio espíritu, entender lo que somos y sentimos, dejar
de ir en contra de nuestras propias conciencias sabiendo que eso que sentimos
es la manifestación de nuestro cuerpo trascendental, cuerpo que en vez de vida
se ha convertido en muerte latente por la culpa en la conciencia y el miedo que
son castigos para el alma, ya que si para los delitos el castigo es la
consecuencia, para los pecados la consecuencia es la muerte espiritual, siendo
la culpa y el temor la evidente muerte que tenemos como castigo para el alma y
la última condena sería también morir a ésta vida relativa sin haber recuperado
la esperanza; para que con éste conocimiento entendamos que necesitamos
resucitar a nuestra vida espiritual para poder vivir eternamente.
¿Pero
cómo podemos resucitar a nuestro espíritu, si no tenemos manera de pagar por
nuestras desobediencias que son nuestros pecados? de igual forma en la muerte
tenemos la respuesta, en morir a lo relativo y renacer a lo trascendente,
porque si estamos unidos a lo relativo por la carne tendremos que morir a los
deseos de la carne para poder aspirar a renacer al espíritu, lo que sería
cambiar los principios por los que vivimos arrepintiéndonos para ya no servir a
la carne relativa y poner nuestro cuerpo mortal al servicio de la vida eterna
que es nuestro cuerpo trascendental hecho del Espíritu de Dios. ¿Pero eso es
suficiente para reconciliarnos con Dios?
El
problema sigue siendo el ego, ser siervos de Dios es algo que no soporta la
carne, pero pensar que merecemos la redención y la gloria de la vida eterna
también nos condena, ser relativamente sujetos a la voluntad de otro aun siendo
tu creador es insoportable para el ego, pero pensar que como creación nos
merecemos la vida eterna es algo que también nos separa de Dios, porque como
creación no puede haber pensamiento más soberbio y más falso que ese. Pero Dios
no nos creó para ser siervos, nos creó para que seamos sus hijos, que seamos
como es Él y que no nos pese sino más bien nos llene de orgullo y de
satisfacción el hacer su voluntad que sería nuestra voluntad, no es obedecer a
la verdad y a la justicia, es ser la verdad y la justicia no para imponer las
reglas para los demás, sino para ser sin hipocresía hijos legítimos de Dios,
espíritus vivientes del Espíritu del Creador.
En
el papel suena bastante bien, hijos del Dios viviente, ¿pero es posible que
esto ocurra o es necesario algo más para que esto sea posible?, pues aunque ya
pudimos discernir al Absoluto existe una barrera impuesta al entendimiento,
pues Dios es Absoluto y nosotros sin Dios sólo somos relativos y lo que pretende
lo relativo es vano más lo que pretende Dios es trascendente, como quien dice
los deseos de la carne (vanidad) van en contra de los deseos del espíritu (vida
eterna y paz), y ésta barrera al entendimiento nos ha limitado durante miles de
años en poder descubrir nuestro propósito para con Dios porque tenemos que
reconocer que ésta vida relativa sin Dios, no vale absolutamente nada y además
entender la verdadera intención que proviene de Espíritu. ¿Cómo lo explico?
¿Cómo nos lo explica Dios? Por eso es por lo que era indispensable el lenguaje
metafórico a falta del lenguaje científico para entender el propósito de Dios,
porque sin entendimiento no hay conciencia y sin conciencia no hay vida.
Dios
nos dio la conciencia para reconocer la diferencia entre lo bueno y lo malo,
sabiendo que no podíamos resistir al mal, era un problema y sabía que no lo
íbamos a resolver y esto lo hizo con el fin de que reconociéramos en nuestro
entendimiento que nuestro valor no depende de nosotros en nuestro razonamiento,
porque al escoger el mal ya no podíamos acercarnos a Él, ni podía haber
reconciliación por nuestros méritos, porque si al romper la ley merecemos un
castigo, desobedecer a Dios con mayor razón nos condena, por lo que no basta el
arrepentimiento ni basta la conciencia, hace falta el pago por nuestras faltas
para nuestra reconciliación, pero nuestras vidas relativas no tienen los
méritos ni pueden tenerlo para darnos la vida que Dios nos quiere dar, como
está escrito, “no es por obras, para que nadie se gloríe”, somos carne y huesos
relativos y el alma está sujeta a estos mientras no conozcamos algo más, y como
lo relativo no es trascendente pensar que lo relativo vale algo para Dios, es
absurdo; así que sin esperanza de que por nuestros méritos seamos reconciliados,
solamente Dios nos podía proporcionar un sacrificio válido en pago para nuestra
reconciliación, para entender que dependemos como creación, completa y
absolutamente del Creador y para saber que es por su voluntad que seamos sus
hijos.
Por
ésta razón es que Dios decidió expresar su voluntad para con nosotros a través
de una metáfora en la que se mostrara su verdadera naturaleza, para que
comprendiéramos cual es el valor que tenemos para Dios, nuestro propósito y la
naturaleza a la que podemos aspirar por medio de nuestra reconciliación, todo
en un solo evento que cumpliera con la ley impuesta para alcanzar el perdón y
con la gracia para alcanzar la redención.
¡El precio de nuestra salvación!
Para
llegar a ser reconciliados con Dios, tenemos que ser perdonados por rebelarnos
en contra de nuestras conciencias, que son nuestros pecados y ahora sabemos que
los actos por los que hemos sido condenados son dignos de muerte, causa de ésa
muerte latente de nuestras almas y no tenemos manera de pagar por nuestras
faltas, es por ésta razón que necesitamos ser salvados, que alguien pague por
nuestros agravios con un sacrificio agradable a Dios.
Pero
¿quién puede pagar el precio?... Sólo Dios.
No
tenemos por nuestros propios medios manera de reconciliarnos con Dios, así que
siendo imposible para el hombre pagar el precio de nuestro propio perdón para
nuestra redención y como entendemos que en verdad es necesario pagar por
nuestros agravios, es por ésa razón que necesitamos que alguien pague por
nuestras culpas y como ya dije “para que nadie piense que por sus méritos
merece el perdón y la reconciliación, y no se vanaglorie” Dios nos proporcionó
un sacrificio digno para nuestra reconciliación en semejanza de lo que tiene
que ocurrir en nosotros, que sirva para nuestro entendimiento y sea la
manifestación de su verdadera naturaleza y de la vida a la que podemos aspirar,
éste sacrificio lo hizo en un hombre que con todo conocimiento reveló el
misterio de la naturaleza de Dios, en el amor por nosotros, con lo que podemos
comprender que vivía y vive en el Espíritu del Creador, por lo que debemos
entender que el hijo de Dios, está vivo para Dios por su entendimiento, éste
hombre se llamaba Jesús. Dios se engendró en Jesús y se entregó a sí mismo, lo
que también se puede entender como que Dios entregó a su hijo, para que sin
nosotros merecerlo, pagara por nuestras rebeliones y nuestras desobediencias,
para el perdón de nuestros pecados y la reconciliación, para que también
nosotros pudiéramos por medio de su sacrificio, renacer a la vida para la que
fuimos llamados a ser juntamente con Jesucristo hijos de Dios, por eso Jesús no
se avergüenza de llamarnos hermanos, porque con su resurrección podemos dejar
de servir a nuestros cuerpos mortales, para hacer de estos cuerpos, templos del
Espíritu de Dios, vivo ahora en nosotros por el entendimiento como hijos suyos
y así cumplir con la razón de la creación.
El
plan de Dios no es destruirnos, no es condenarnos al infierno, lo que él quiere
es tener hijos y para eso es que envió a Jesús al mundo, necesitamos al cordero
de Dios que quita el pecado del mundo, que en su vida y en su muerte es la
semejanza de lo que ocurre y debe ocurrir en nuestras vidas para nuestra
salvación, ya que él, siendo el primero en vivir conscientemente al Espíritu,
se entregó a sí mismo en sacrificio, para que sea el ejemplo semejante de lo
que debe ocurrir en nosotros mismos para ser reconciliados, ya que así como
nosotros hemos condenado nuestras almas por nuestras rebeliones y estamos
condenados, así fue condenado Jesús por causa de nuestras rebeliones, sufrió
azotado y fue vejado como es castigada nuestra alma con la culpa y el temor,
para que al morir a su carne, nosotros muramos juntamente con él a nuestra
carne, para que con su resurrección, resucitemos juntamente con él en nuestro
espíritu y sea nuestro cuerpo material el nuevo templo en el que habite el
mismo Cristo resucitado (nuestro espíritu resucitado) por causa del
entendimiento de su sacrificio, un solo Dios, un solo Cristo, un solo
sacrificio vivo y eterno, muestra también del amor absoluto y eterno de Dios,
que aun siendo pecadores, Dios entrego al cordero sin mancha y sin pecado,
Cristo entrego su cuerpo mortal, para resucitar en nosotros, es el renacer de
nuestro espíritu, Cristo Jesús se entregó a sí mismo para nuestra salvación.
Por
esto vino en Jesús y Jesús pronunció el propósito de su vida y de su
sacrificio, y porque entiendo que eso que confesó es cierto, es por eso que su
sacrificio no es en vano, porque a mí me sirvió para el perdón de mis pecados
igual que a todo aquel que en Él cree, no existe otro hombre que haya dicho lo
que él dijo al decir que entregaba su vida para mí salvación, ni hizo lo que él
hizo al morir en la cruz por mis pecados que son mis desobediencias y mis
rebeliones hacia Dios, por lo que puedo comprender que su sacrificio sea mi
sacrificio, lo que hace que sea digno para Dios, porque ya no es necesario
pagar de otra manera por nuestras culpas, Dios nos proporcionó en Jesús lo
necesario para nuestra reconciliación, porque también nos muestra el camino a
través de su ejemplo, la verdad a través de sus palabras, la vida a través de
su resurrección para nuestra salvación y la verdadera naturaleza de Dios a
través de su amor, y cuando entendemos que lo hizo por amor, confirmamos que es
el Hijo de Dios y nuestro salvador, para que la culpa por causa de la
desobediencia, sea crucificada juntamente con los deseos de nuestra carne y no
sea más una carga de muerte para nuestra conciencia, sino que seamos libres
para acercarnos a Dios y podamos conocerlo, renaciendo al mismo tiempo en
nuestro espíritu para vida eterna y paz, y así poder decir confiadamente que
Dios es nuestro padre.
Jesús
en su sacrificio nos muestra lo que realmente vale para Dios y también al
verdadero Hijo que habitaba en Jesús, porque el Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo, era el cuerpo mortal de Jesús, el cual fue sacrificado,
demostrando que ése cuerpo no tiene valor para Dios, más que lo que se hiciere
con él por la intención de sus actos, que fue nuestra Salvación; pero el Hijo
de Dios, que habitaba en Jesús, es lo que realmente vale, ya que es el Cristo,
su Espíritu, que es y era el mismo Espíritu de Dios, el que vive para siempre;
Jesús pagó en obediencia por nuestras desobediencias para nuestra
reconciliación, para que resucitáramos juntamente con él a nuestro propio
espíritu, ya que su resurrección es la muestra de lo que tiene que ocurrir en
nosotros, al aceptar que ése sacrificio es el pago por nuestros pecados, para
que juntamente con él, resucitemos a una nueva vida espiritual.
Si
el cuerpo mortal de Jesús valiera algo para Dios, éste no hubiera sido
mortificado y seguiría entre nosotros, porque como está escrito, “el cuerpo
mortal es polvo y en polvo se ha de convertir”, más el Espíritu, que es uno
sólo porque es absoluto, ahora puede vivir en nosotros para ser en el cuerpo
mortal, los nuevos templos de Dios. Sólo así es entendido el texto que dicta
que, “si Cristo no resucitó de los muertos, vana es nuestra fe y aún seguimos
en nuestros pecados”, porque si sólo resucitó para sí mismo, entonces ¿cómo es
que resucitamos nosotros?, pero su resurrección es en nosotros, en nuestro
propio espíritu, por lo que su resurrección la compruebo en mi propio ser y no
en las obras, sino en la esencia de las mismas, por la conciencia que tengo de
ellas.
Jesús
se hizo metáfora para que tuviéramos su testimonio en semejanza de lo que tiene
que suceder en nuestro propio espíritu, su cuerpo físico es la semejanza de
nuestro cuerpo espiritual, su sufrimiento es la semejanza de nuestro propio
sufrimiento espiritual, la condena por nuestras faltas es la semejanza de la
condena de su propia carne, su muerte es la semejanza de nuestra propia muerte
latente, su sacrificio es la semejanza del amor que Dios tiene por nosotros que
hemos sido elegidos para ser sus hijos, su resurrección es la semejanza de la
resurrección que ha de suceder en nuestro propio ser, cuando por el perdón de
nuestras almas y por el entendimiento resucite nuestro espíritu, para poder
llegar así a ser hijos de nuestro padre Dios, por lo que Jesús no se avergonzó
de llamarnos hermanos.
Jesús
habló como un profeta con todo entendimiento, se sacrificó a sí mismo por amor a
nosotros y siendo el primogénito hijo de Dios, es nuestro salvador, que
tristeza que ésta verdad tan grande haya estado velada para el entendimiento de
los hombres, porque necesitamos un sacrificio, que solamente Dios puede
proporcionar, que sea un sacrificio Absoluto y eterno, y esto sólo es posible
si Jesús viviera por medio del conocimiento de Dios a su propio Espíritu, y
siendo espíritu del Espíritu de Dios, es Dios mismo, porque Dios es absoluto y
no puede ser otro Espíritu; Él vino y nos enseñó por medio de metáforas la
voluntad de Dios y la vida espiritual “aprended de mí que soy manso y humilde
de corazón”, Él hizo el sacrificio, consciente de que lo hacía para la
reconciliación y el perdón de nuestros pecados, para que siendo el primogénito
fuera el primero de muchos, sacrificando su primogenitura para que nosotros
pudiéramos ser como Él es, si algún otro profeta hubiera dicho lo que él dijo
sería complicado escoger alguno, pero no hay otro en la historia que cumpla con
nuestra necesidad de perdón y reconciliación, y que sea la semejanza de lo que
tiene que ocurrir en nosotros, por eso dijo “yo soy el camino, la verdad y la
vida, nadie viene al padre si no es por mí”. Así como su testimonio es
suficiente para saber que sabía lo que hacía, mi entendimiento de su sacrificio
que es mi fe, es suficiente para salvar mi propia alma.
Ése
sacrificio ha sido suficiente para algunos, pero por la falta del conocimiento
de Dios, ése sacrificio ha sido inaccesible para muchos más, porque, ¿qué
sentido tiene ése sacrificio si todo fuera relativo?, no serviría más que como
un chantaje moral para que por sus sufrimientos nos avergonzáramos de nosotros
mismos y escogiéramos el bien en vez del mal, pero Dios no quiere nuestra
vergüenza, quiere nuestra redención, no quiere siervos que teman y obedezcan
ciegamente al amo y señor, quiere hijos que sean como Él, que tengan la vida
que Él tiene y que sean su gloria, para eso Jesús se entregó a sí mismo, para
tener esclavos obedientes tiene al resto de la creación que hacen exactamente
para lo que fueron creados, pero nosotros tenemos el libre albedrío y la
posibilidad de conocer a Dios, qué diferencia tan notable que sea a través del
entendimiento la reconciliación.
Aquí
es cuando podemos hablar de Dios de cualquier forma “Científica o Religiosa”,
ya que Dios ya no es un misterio velado por la ciencia en su limitada
apreciación, sino que, habiendo traspasado toda frontera, podemos considerarlo
conscientemente desde cualquier perspectiva y al mismo tiempo retomar la
religión, llevando el conocimiento metafórico al conocimiento científico y
viceversa, del conocimiento científico al conocimiento metafórico para su
verdadero entendimiento.
Éste
es el momento de demostrar matemáticamente lo que significa Dios en nosotros,
porque si al multiplicar el cero por cualquier cosa, el resultado es cero y
sabiendo que nuestro valor relativo respecto al Absoluto es cero, se demuestra
que nosotros sin Dios no valemos nada. Pero Dios no es relativo y
matemáticamente es lo único que representa algún valor, por lo que sabiendo que
al dividir cualquier valor entre cero es infinito, que es un valor absoluto,
demostramos matemáticamente que Dios en nosotros, nos convierte en seres
absolutos.
Reconsideremos
el valor de nuestra propia creación y el amor que Dios tiene por nosotros,
tanto amor que entregó su vida en un acto tremendo, tan inmenso como todo el
Universo pero mucho más valioso para Dios, porque en el amor es donde se
encuentra la verdadera naturaleza de nuestro Creador y el significado del verbo
que dio origen a toda la creación; porque el amor es la esencia de la vida y al
hacer conciencia de su significado es lo único que representa algo valioso y
bueno en el entendimiento, como está escrito “en el principio era el verbo y el
verbo era con Dios y el verbo era Dios, y el verbo se hizo carne y habitó entre
los hombres y se sacrificó a sí mismo por amor de su nombre”. Y también dice
“cuanto amó Dios al mundo, que aun cuando éramos pecadores y estábamos
condenados por causa de la desobediencia, Dios entregó a su Hijo unigénito en
sacrificio vivo, para que no nos perdamos sino tengamos vida eterna”. Por lo
que para nosotros los que por su amor y su sacrificio fuimos llamados a ser
hijos de Dios, también es lo verdaderamente valioso.
Porque
hasta ahora hemos considerado como el único indicio de vida el reflejo de las
actividades fisiológicas, cuando con el entendimiento podemos hacer conciencia
de nuestro ser espiritual, comprendiendo en el ejercicio del amor y la verdad,
la vida consciente de nuestro espíritu, del cual se desprenden la paz y el gozo
como la expresión inequívoca de la esperanza que hemos alcanzado, sabiendo que
eso que sentimos no es producto de la imaginación, sino el corazón que late de
nuestro cuerpo espiritual en nuestro entendimiento.
El
amor que emana del Espíritu de Dios es sin duda su poder y su gloria, no existe
nada de lo creado que pueda compararse con la experiencia de sentir el amor de
Dios vivo en nuestro corazón, “fluyendo como ríos de agua viva en nuestro
entendimiento”, en pro de una existencia agradable y perfecta; comprender el
amor que proviene del absoluto y eterno Dios le da sentido a la definición que
dicta, “el amor todo lo puede, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta,
nunca deja de ser, no hace nada indebido, no se goza de la injusticia, más se
goza de la verdad, pasarán los cielos y la tierra pero el amor no pasará”, y
esto sólo se comprende cuando el amor proviene del Espíritu, “no dé la razón”,
pues el amor de Dios va más allá de todo entendimiento porque es la fuente del
entendimiento, ya que el infinito amor de Dios es su poder y su gloria.
Todo
se resume al entendimiento, ya no es necesario sacrificio alguno, todo está
consumado, lo único que quedaba velado “el misterio de Dios”, comienza a
develarse al comprender su verdadera naturaleza, para que todos esos actos de
fe que se hicieron para nuestra salvación, sean comprendidos por nosotros y no
sólo sean una serie de actos dramáticos que exalten la culpa antes que el
entendimiento, para que nuestro propio espíritu, nuestro Cristo que es el hijo
de Dios, resucite en nosotros y ya no estemos condenados por nuestros pecados,
naciendo a una nueva vida espiritual llena de amor, ya que con el entendimiento
en la conciencia, la esencia de nuestros actos cobre el valor trascendente y
eterno que tienen en la intención.
Dios
es amor, de donde emana la ley espiritual y los profetas, que se traduce en dos
mandamientos, “amarás al señor tu Dios con todas tus fuerzas, con toda tu alma
y con todo tu entendimiento” y “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, ¿Por qué
no mencionar el amor hacia uno mismo como un mandamiento? Porque el lugar de
Dios es uno mismo, porque si Dios no vive en mí solamente puedo ser el siervo
de alguien que no soy yo, lo que me haría si es que sirvo a Dios un buen siervo
sin esperanza, pero como Dios es en mí, entonces el siervo es mi ser relativo,
mi expresión y al único que sirvo es a Dios, porque mi alma que ahora por el
perdón y la reconciliación vive en el Espíritu de Dios, es la dueña de mi
voluntad, “soy siervo de Dios en mi cuerpo material, hijo legítimo de Dios en
mi cuerpo espiritual”, así que amar a Dios es por necesidad amarse a uno mismo,
lo que en verdad es reconfortante y nada oneroso, por lo que ahora también
entiendo el segundo mandamiento que es amar a mi prójimo como a mí mismo, no es
ser siervo de otro, no es un sacrificio, ¡es amar!, para que sirviendo a Dios
tengamos misericordia de los hombres, de todos aquellos que no han alcanzado la
esperanza para la que fueron creados, servir a otro es oneroso, servir a mi
Espíritu, el que me hace vivir verdaderamente, es gratificante, si ayudo a otro
es amarme a mí mismo, porque mi lucha es por un bien mucho mayor en la
eternidad.
Ahora
servimos al Espíritu que es lo único valioso y trascendente, por lo que no nos
es difícil poner nuestros miembros al servicio del amor y la justicia, Dios
quiere misericordia no sacrificio y Dios en nosotros es la única razón que
queda, todo lo demás por lo que luchaba parece perder sentido, ya puedo vivir y
morir en paz, sabiendo que entonces conoceré como fui conocido, Dios es en mí y
yo soy en Él y somos uno, ésa es la verdad, ésa es mi vida y mi esperanza.
El
amor es sin duda la mejor intención, y la expresión innegable de la vida
espiritual es amar conscientemente, así como Dios nos ha amado y nos ha
enseñado con su ejemplo, dejemos que ése infinito amor se manifieste en
nosotros como nuestra nueva naturaleza, pongamos nuestros miembros mortales al
servicio del amor y la justicia, que es nuestro culto racional, reflejo de
nuestra nueva vida espiritual, para la gloria de Dios, para vida eterna y paz.
Hablar
de reconciliarnos con Dios es hablar de religión, de religarnos con Dios, sin embargo,
la religión ha sido históricamente la fuente más poderosa de odio entre los
seres humanos, y en vez de ser la fuente del conocimiento para reconciliar
nuestras almas con Dios, se ha convertido en un paliativo y en un sugestivo
más, en un pretexto para mostrar el odio que tiene origen en las más
superficiales diferencias y esto es algo que el mundo teme.
Estos
seres humanos que usan la religión como pretexto para sus crímenes, diciendo
que “sirven” a Dios, piensan que hacen lo correcto al tratar de servirlo de la
manera que lo hacen, pero Dios no quiere siervos, sino hijos que vivan
conscientemente la realidad de la vida espiritual, como está escrito “el siervo
no permanece para siempre en la casa de su señor, más el hijo permanece para
siempre”. Estos siervos de Dios, imaginan cuál es su voluntad, pero sin el
entendimiento del amor absoluto del Creador, yerran en sus juicios y se
condenan en sus actos, pero no están menos equivocados los que juzgan sin
violencia física, ya que la religión no está hecha para juzgar a nadie, ya que
cualquier juicio para condenar a otro es un acto apartado de la voluntad de
Dios, que tiene en el amor y la verdad por el entendimiento, las únicas armas
de la fe, nunca el juicio y la condenación, para eso ya cada uno tiene su
propia conciencia.
La
reconciliación de nuestro ser, debe transformar nuestra propia alma, en un acto
de íntima y profunda reflexión, desde la conciencia de nuestro propio espíritu,
destapando todo aquello que ha quedado latente en el inconsciente al borde de
la ira y del terror, para que con éste conocimiento entendamos la razón del
dolor y la verdadera solución que hemos encontrado; la lucha por recuperar la
cordura y el valor, es una lucha interna que pasa por la recapitulación de
aquello que ha marcado nuestras vidas por no haber sabido lo que somos en
espíritu y verdad; para que al haber resuelto éste dilema podamos también
aportar nuestra sensatez a los problemas de la sociedad y de la cultura,
dejando de idolatrar a la expresión, transformando éste mundo impío en la
gloria del entendimiento humano, porque así como no teníamos justificación para
nuestros actos delante de Dios y estábamos condenados, tampoco tenemos como
sociedad ninguna justificación para hacer lo que nos condena, por lo que sin
demora alguna participemos conscientes de que sabemos lo que nos conviene en el
devenir de la historia, para que quede huella del bien y la misericordia que
hemos alcanzado en el Espíritu del Dios.
¡El misterio tiene
que ser revelado!
La
metáfora era antes de la ciencia, y la definición es ahora la forma de
transmitir las verdades universales y el entendimiento, pero cuando la ciencia
por falta de conocimiento sentó unas bases limitadas al no haber discernido el
alma y el espíritu, por no poder comprender la diferencia entre lo absoluto y
lo relativo, nuestro entendimiento se vio imposibilitado para comprender
nuestra razón de ser y de existir, fuimos vanidad sin esperanza, pero Dios ha
tenido misericordia de nosotros y nos ha revelado su misterio, Dios es absoluto
y nos creó para engendrarse en nosotros y tener hijos que vivieran la vida
espiritual y eterna, expresando a través del Amor su verdadera naturaleza,
entendiendo al fin por la verdad absoluta del Creador, la diferencia entre el
alma y el espíritu, porque como está escrito, “la verdad es como una espada de
dos filos capaz de discernir el alma y el espíritu”.
El
misterio de Dios tiene que ser revelado a partir de su definición, para que
pase a ser parte del conocimiento universal, usando ésta definición del
Absoluto como el punto en que se apoye nuestro entendimiento, porque conocer a
Dios es útil para todas las religiones y para la ciencia. ¿Quién no está
interesado en conocer al único Dios verdadero?, el único Dios absoluto y
eterno, el único Creador, y más aún ¿quién no quiere ser hijo de Dios?
Éste
conocimiento es la esperanza que la ciencia espera, que hasta ahora no tenía
ninguna razón para suponer que podíamos trascender de algún modo, su
conocimiento y esperanza eran tan vanos, como su entendimiento.
A
las iglesias les resuelve el misterio de la fe, al comprender el significado de
las metáforas que antes sólo podían usar para condenar, para entender lo que
realmente quiere Dios, quien ya no es incognoscible e inalcanzable, usando éste
conocimiento para educar a sus miembros con toda sabiduría y entendimiento,
porque:
·
Unas iglesias al
no tener el conocimiento para convencer por medio del entendimiento a sus
miembros de hacer lo que es bueno, terminan juzgándolos y juzgando a
los demás.
·
Otras iglesias que no
conocen al Dios absoluto y eterno, les dan ídolos.
·
Otras más al no
conocer el amor y la misericordia de Dios, sólo les dan motivos para
ser unas terribles bestias, capaces de cometer actos injustificables para él Espíritu,
pero justificados por la religión.
·
Algunas otras que, al
inculcar el temor por la condenación, sólo les dan motivos para ser
unos buenos siervos, pero no se consideran hijos de Dios, pues no lo conocen ni
lo entienden.
·
Hay las que, al
tener su esperanza en el cuerpo material, creen en la rencarnación, con
la vana esperanza de ser esos mismos seres relativos, que no pueden tener
esperanza ya que lo relativo para morir nace y no puede trascender, lo que
también es desesperanzador.
·
Muchas hacen
acepción de personas argumentando su raza, género o “éxito superficial” (fama, fortuna,
fanatismo de sus miembros, cosas aparentes que los distingan de los demás),
como la muestra de la bendición de Dios sin comprender su soberbia y su
destino.
·
Y también están los
que ni siquiera creen en Dios, que no dejan de ser su creación y Dios
no deja de estar interesado en su salvación.
·
Con éste entendimiento todas las iglesias pueden adorar
al único Dios verdadero, dejando de observar sus diferencias relativas para coincidir en la verdad Absoluta del cuerpo
espiritual, nuestro Hijo de Dios, nuestro Cristo, porque conociendo a
Dios, podemos manifestar conscientemente la vida espiritual en el amor por los
demás.
El
misterio de Dios tiene que ser revelado, la inteligencia del hombre tiene que
culminar conociendo a Dios ¿Qué otro propósito puede tener la razón? Que por
medio del entendimiento conozcamos a Dios y sí inteligentemente conocemos a
Dios, sabiamente aborrezcamos el mal, porque el temor al conocer a Dios, es que
nuestro prójimo por causa nuestra sea lastimado, en lugar de que encuentre en
nuestras palabras y nuestros testimonios, el amor y la verdad que busca su
alma, como está escrito “no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra
que salga de la boca del Altísimo”, siendo nosotros, los que conocemos a Dios,
su expresión.
El
capitalismo que tiene como premisa la acumulación del capital, no considera al
hombre como parte de su haber, sino solamente lo considera un recurso
renovable, consideremos al ser humano como el principal valor y su entorno
parte de su propio ser, para crear una nueva Filosofía en la que cada uno de
los seres humanos, seamos algo más que máquinas inteligentes que desean
conseguir la supremacía por las apariencias, para que con éste conocimiento,
seamos el fin de todos los esfuerzos que en conjunto tuviera nuestra especie,
como la expresión consciente de la esencia misma de las cosas y no sólo la
muestra fehaciente de la vanidad sin esperanza, que hasta ahora hemos mostrado.
Es
hora de reconsiderar a la expresión como un fin y no como un principio,
estableciendo que lo sublime de una obra nunca justifica a su autor, sino que
la intención del mismo acto es el que verdaderamente nutre al alma, porque esos
actos sublimes bien podemos considerarlos como regalos de Dios para los que lo
amamos y bien pueden ser pura vanidad para los que los hacen, y actos que otros
pudieran considerar como insignificantes podrían ser trascendentales y dignos
de toda gloria en el espíritu, para aquellos que los realizan.
No
nos dejemos engañar por lo que ven nuestros ojos en las obras materiales y
abramos los ojos del entendimiento para alcanzar la gloria eterna, ¿quién en
sus cabales podrá negar el valor de éste conocimiento y reconsiderar toda su
existencia en función de lo eterno? pero no va a ser fácil, el dios de éste
mundo “la vanidad y el dinero”, tienen a muchos atrapados en sus redes y es
francamente difícil que hallen el entendimiento. Como está escrito, “muchos
querrán morir (a su vanidad) y no podrán”, ésta lucha está por empezar, lo
único que tengo por seguro es quien va a vencer, porque Dios es la verdad que
necesita nuestra alma para entender su propósito y destino, como está escrito,
“conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” y al final es seguro que
todos doblaremos nuestras rodillas al creador, aún aquellos que no puedan
salvarle la vida a su propia alma.
El
lenguaje universal de la ciencia tiene que proveer la solución al misterio de
Dios y a su vez fundamentar la transformación de nuestros principios y valores,
dándole al humanismo una nueva forma de resolver los problemas del hombre, en
base a la buena conciencia y no con paliativos o sugestivos que nada resuelven,
reconsiderando el valor de ésta vida relativa que parece tan importante y que
en verdad no puede trascender, consideremos “la vida eterna” como la fuente de
la esperanza que nos dé la tranquilidad para transitar por éste mundo, para
alcanzar nuestro verdadero destino con Dios y en Dios en la eternidad.
Nuestra
reconciliación representa mucho más para la expresión material de lo que
suponemos, porque hasta ahora hablamos de la vida eterna, pero ¿tiene algún
sentido nuestra vida temporal o tenemos que acortarla a partir de entender que
nacimos para ser como Dios? ¿No será más bien cambiar la expresión de las cosas
en algo valioso y trascendente por su esencia y hacer de nuestra expresión en
esencia algo agradable y perfecto, algo digno de considerarse como una expresión
de Dios?
Esta
vida no puede ser un simple trámite, tiene que ser el inicio de todo lo bueno
que pueda existir, si alguien piensa que la vida es aburrida si no se rompen
las reglas o se violan las leyes, no ha entendido nada; no hay nada más agradable
que vivir haciendo las cosas sin cargos de conciencia, no hay nada más
gratificante que usar toda nuestra creatividad e inteligencia en hacer de éste
mundo algo digno para la vida, es un gran reto el hacernos responsables de lo
que somos y de lo que tenemos, pero hemos perdido el tiempo miserablemente,
hemos sido unas bestias delante de Dios y los gobiernos han sido bestias de
muchas cabezas buscando la supremacía por lo relativo, sacrificando la verdad y
la vida en pro de una falsa imagen de triunfo y gloria.
Seguimos
siendo en la carne estos mismos seres limitados, intrascendentes, sin esperanza
y nuestras almas han estado sujetas a la vanidad por la ignorancia y por el
pecado, ¿cuánto hemos sufrido y llorado?, ¿cuánto tiempo más tiene que pasar
para reconciliarnos con nuestro Creador y hacernos responsables ya no como
criaturas sino como hijos, de lo que nuestro Padre ha creado para nuestra
recreación?
La
expresión es sin duda importante para nosotros y ésta vida es la oportunidad
que tenemos para hacer de nuestras obras algo que nos llene de orgullo, pero
sobre todo que glorifique a Dios y a su hijo en nosotros, porque nosotros
fuimos creados para llegar a ser engendrados por Dios, pero nuestro cuerpo
material que sigue siendo nuestro, tiene que ser ahora puesto al servicio de la
verdad y la vida; la belleza no puede seguir siendo la expresión del egoísmo,
sino que trascendiendo a las formas, la expresión de nuestra especie tiene que
ser una hermosura, tenemos que encontrar la forma de integrar a la mitad del
mundo a una existencia digna y a la otra mitad del mundo a una existencia
noble, sabiendo que la nobleza no debe ser una simple expresión, sino la
muestra más clara de la vida que ahora representamos.
Llegará
el día en que todos conoceremos a Dios y no será necesario decir conoce a Dios,
porque todos lo conoceremos, ahora tenemos los argumentos “Todo es Absoluto”,
“Dios es Absoluto”, ésta es la verdad, dejemos de ser las bestias inteligentes
que hemos sido, porque si sólo somos bestias que viven para lo relativo, ¿qué
hacemos? sino la voluntad de quien nos creó, ¿pero qué esperanza es esa?, como
está escrito “¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el señor no
envió, de la boca del Altísimo no sale lo malo y lo bueno, de que se lamenta el
hombre viviente?, laméntese el hombre en su pecado”. Entonces es cuando
entiendo que sin Dios, somos la peor plaga que ha pisado la tierra, capaz sin
duda alguna de destruir al mundo y a nosotros mismos, somos un peligro que hay
que erradicar y sólo hay dos opciones, la opción fatalista del exterminio del
animal humano o el nacimiento en nosotros de una nueva criatura que viva y
reine en éste mundo, ésa nueva criatura tenemos que ser nosotros, que
oportunidad tan grande, que salvación tan plena, la de nuestra alma y la de la
creación; cambiar el destino incierto por la certeza de nuestras intenciones,
¿qué más necesitamos para conocer el destino que nos espera y que le espera al
mundo?, sabiendo que aquí estamos nosotros para hacer resplandecer la gloria del
Dios viviente en su creación.
Dejemos
de imaginar que podemos ser diferentes, la utopía ha dejado de ser, todas las
cosas son hechas nuevas, no sólo somos distintos en nuestra imaginación,
nosotros los que renacemos al Espíritu somos nuevas criaturas, templos
vivientes en el cuerpo animal, hijos legítimos de Dios en el cuerpo espiritual;
ahora comienza la verdadera lucha espiritual, porque la voluntad de Dios es que
ninguno se pierda sino que todos lo conozcamos, seamos reconciliados y tengamos
vida eterna, porque como está escrito, “el continuo clamor de las criaturas
espera, la manifestación gloriosa de los hijos de Dios”, del Dios de amor y de
misericordia, para que llenos de su Espíritu mostremos la piedad y la vida a
toda su creación, tenemos que someter a la bestia que habita en nosotros a la
voluntad de Dios, para que glorifiquen al hijo de Dios (su propio espíritu) en
sus propios cuerpos mortales, para honra y gloria de su nombre; todo aquel que
entienda haga su parte, ya no hay duda razonable tenemos la certeza y la
convicción de nuestra parte, Dios es Absoluto y eterno, Dios es amor y verdad,
Dios es justo y bueno, y nosotros los que lo conocemos somos sus hijos,
espíritu de su Espíritu, Él es en nosotros y nosotros en Él y somos uno. Él es
nuestra vida y fuera de Él nada somos.
Adoremos
a Dios con nuestros testimonios y nuestras obras, en actos de una conciencia
plena; así al reconsiderar el valor de la esencia misma de las cosas podamos
entender el fin de nuestros actos, lo que no condena las obras de nuestras
manos sino que les da un nuevo sentido, una nueva dirección ya que la filosofía
de éste mundo tiene como fin la supremacía aparente antes que la gloria eterna,
vano esfuerzo el nuestro al querer alcanzar por la apariencia de nuestras obras
un fin digno, no hay nada más indigno que la vanidad y el egoísmo, pero “el
fruto del espíritu es amor, paz, gozo, bondad, benignidad, mansedumbre,
templanza y fe”, lo que podría sin lugar a dudas hacer de nuestras obras algo
digno y valioso para nuestra vida eterna, si así somos nosotros.
La
conciencia de nuestro espíritu, que en otro tiempo fue una carga insostenible,
debe ser la reconfortante muestra de nuestra nueva naturaleza, ya que en la
toma de decisiones hemos de considerar la esencia antes que la apariencia,
siendo la paz y el gozo (la felicidad) la consecuencia lógica de la vida
espiritual; porque la felicidad no es otra cosa que sentir paz y gozo en medio
de la adversidad o en los momentos de alegría, al expresar el amor y la verdad
con la que hemos sido engendrados, para que con las armas de nuestro
entendimiento hagamos con toda benignidad, mansedumbre, templanza y fe lo que
nos corresponde, para que podamos decir confiados, “si Dios conmigo ¿quién
contra nosotros?”.
Ahora
con el espíritu vivo entendamos la libertad que hemos alcanzado, para dejar de
tener una doble moral y seamos hijos de Dios todo el tiempo, porque es muy
fácil dedicar un tiempo para la iglesia y otro tiempo para el mundo, pero ésa
forma de ser no es más que la muestra de la ignorancia de la vida espiritual,
que ya no es ajena en ningún momento; ahora la iglesia de Dios está en todas
partes para los que somos sus hijos y nos congregamos en todos los lugares a
los que vamos, porque el templo siempre va con nosotros, lo que nos permite
hacernos responsables de nuestros actos porque entendemos la diferencia entre
lo bueno y lo malo, por lo que podemos hacer lo que nos plazca, como está
escrito, “todo nos es permitido, pero no todo nos conviene”; “todo nos es
licito, pero no todo nos edifica”; “todo nos es permitido, pero nada de lo que
hacemos se enseñorea de nuestra voluntad”, y esto es posible porque hemos
recuperado la inocencia, hemos renacido a nuestro espíritu, que ahora vive y reina
en nuestro entendimiento (lo que también se puede interpretar como que Cristo
vive en nuestro corazón), lo que nos brinda la verdadera libertad al hacernos
responsables de nuestros actos, en el ejercicio de nuestra voluntad y libre
albedrío, y es nuestra razón la que da fe de ésa vida espiritual, porque somos
inocentes en la malicia pero sabios en el entendimiento, nos podemos equivocar
en la dirección, en la razón, en la forma, pero nunca en la intención, sabiendo
que Dios nuestro padre está atento a lo que nosotros no podemos controlar.
Tenemos
ahora la responsabilidad de ser de un perfecto corazón para con Dios, por lo
que debemos estar conscientes en todo momento, esforzándonos en decidir
correctamente hasta no tener que arrepentirnos de lo que hacemos, dejando de
ser niños en el entendimiento de Dios.
La
responsabilidad de nuestra vida espiritual es la verdadera libertad a la que
podemos aspirar, porque hay quien teme hacerse responsable de sus actos lo cual
muestra su desconocimiento, (como ya observamos el hombre teme a lo que no
conoce) y entendamos que sabiendo el significado y el valor de nuestro propio
espíritu, éste es el que fundamenta nuestra razón y nuestro que hacer, por lo
que sin temor alguno enfrentemos la vida conscientes de que sabemos lo que nos
conviene, entendemos lo que nos edifica y nuestro espíritu es el que se
enseñorea de nuestra voluntad, por lo que nuestras obras son la expresión de la
vida que ahora representamos.
La
libertad sin responsabilidad es libertinaje y termina por corromper nuestros
actos, la responsabilidad sin libertad es esclavitud, pero para que haya una
verdadera responsabilidad tiene que existir el conocimiento que nos brinde la
seguridad de que eso que hacemos es lo correcto, por lo que no debemos menospreciar
las razones de Dios, que a través de nuestro propio espíritu manifiesta en
nuestra conciencia por su amor. Como está escrito, “en el perfecto amor, no hay
temor, porque el perfecto amor echa afuera el temor, porque el temor lleva en
sí castigo, donde el que teme no ha sido perfeccionado en el amor”.
Nuestra
escala de valores, con el fundamento del Dios Omnipotente, Omnipresente y
Omnisciente tiene que brindarnos la seguridad de nuestra vida y de nuestra
obra, dejemos de temerle al mundo, como está escrito, “¿por qué le tienes miedo
al hombre que solo puede matarte el cuerpo?, ten miedo de aquel que puede
llevarte a la segunda muerte” (que es desobedecer a su propia conciencia
espiritual), por lo que es nuestra responsabilidad discernir el bien y el mal
de nuestros pensamientos, porque el ojo no se cansa de ver ni el oído de oír,
pero sí podemos desechar lo malo y tomar lo bueno para nuestra conciencia,
porque sabemos que Dios está preparando nuestra habitación celestial hecha de
su Espíritu para la eternidad, cuando sin el conocimiento de Dios, somos
nosotros los que construimos nuestro propio infierno.
Dejemos
de temerle a Dios sabiendo que el conocimiento que hemos adquirido de Él nadie
nos lo puede quitar, porque es nuestro, quien puede venir ahora a refutar lo
que aquí hemos demostrado, porque como está escrito para los que hemos
alcanzado éste entendimiento, “ni la vida, ni la muerte, ni el presente, ni lo
porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni nada de lo creado podrá separarnos del
amor de Dios que es en Cristo Jesús (nuestro espíritu resucitado por el
sacrificio de Jesús), nuestro Señor”.
Todo
lo que aquí explico, está escrito en la Biblia y con éste fundamento todas esas
metáforas tienen un sentido claro y preciso, para que, entendiendo su verdadero
significado, la Biblia sea el texto que les pueda orientar mejor.
La
ciencia se equivocó al declarar “que nada es absoluto, todo es relativo”, engañando a la
sociedad con una premisa falsa, dando a entender qué a ciencia cierta lo
absoluto no existe, cuando aquí hemos podido demostrar que “nada” es un
absoluto y no puede ser el origen del Universo. Demostramos que en el Universo
ése inmenso espacio que existe entre las galaxias, entre las estrellas, entre
los átomos e infinitamente fuera del mismo, no puede ser nada, por lo que ése
inmenso espacio está lleno del todo absoluto y eterno que es Dios. Suponer que
nuestro origen es la nada es absurdo, lo que nos da la pauta para comenzar a
develar el misterio de “Dios”.
Para
empezar, comprendimos que Dios es absoluto porque no tiene parámetros ni
limites que son los que rigen al Universo, que el tiempo y el espacio son una
creación de Dios, el Universo integro en toda su expresión objetiva y subjetiva,
obras e ideas, surgen y están inmersas en Dios como su expresión. Por lo tanto,
el Todo que es Dios, también es Absoluto”, con mayúsculas para acentuar que no
es una característica del Universo, sino que es una entidad absoluta y
trascendente; pero ¿Qué es ésta entidad Absoluta, que es en sí misma? La
expresión relativa proviene de la intención absoluta que es la esencia misma de
las cosas; la creación surge de la intención del creador, y por lo que sentimos
de Él sabemos que es Amor, porque su esencia es el verbo que da origen a toda
la expresión en el Universo. El Amor es Dios, absoluto y eterno por definición,
sin parámetros ni limites, un único Dios, Creador de lo que se ve y lo que no
se ve como una expresión de su ser, del que no podemos hacer imágenes porque no
es relativo; omnipotente creador del Universo, omnipresente pues está en todas
partes y omnisciente pues su voluntad y su sabiduría rigen al Universo, Dios no
es abstracto, porque podemos entender sus obras por las leyes y principios que
lo rigen. De Dios emana la vida y nada puede tener sentido sin su existencia.
¡Dios
existe!, ¿de qué sirve para nuestra vida saber que Dios existe?
Lo
que llamamos vida, se manifiesta en la conciencia con el uso de la voluntad y
la razón, pasar de la existencia a la vida implica aprender, no somos más que
lo que sabemos, entendemos y estamos conscientes de ello, la imaginación es una
herramienta del alma, pero la imaginación no puede considerar más que a los
parámetros del entendimiento; así que el conocimiento es el límite de nuestra
vida, por eso está escrito que la vida eterna es conocer a Dios, nos
imaginábamos a Dios relativamente, porque a ciencia cierta no había absolutos y
si solamente podíamos considerar lo relativo para nuestro entendimiento, ¿por qué
suponemos que podemos trascender de algún modo?, si la expresión más grandiosa
que conocemos es el Universo que es finito, nuestra trascendencia se limitaría
a las obras que quedarían en la memoria de algunos o en el apellido de nuestros
hijos; que esperanza tan vana y después de ésta reflexión ¿por qué nos
sorprendemos de nuestra forma de vida?, si ésa es nuestra esperanza queremos
vivirlo todo, experimentarlo todo, aunque tengamos que pagar en nuestra
conciencia las consecuencias, de cualquier forma lo relativo no es eterno y si
sólo somos relativos nuestro destino es la muerte, no podemos trascender.
Por
lo que nos planteamos la pregunta ¿cómo es que conocer lo trascendente puede
hacernos trascender si somos seres relativos?, ¿que acaso el cuerpo relativo
puede ser trascendente o es que existe un cuerpo trascendente que no conocemos?
y comprendimos que lo que estaba escrito al decir que Dios nos creó –cuerpo,
alma y espíritu- es cierto, que tenemos un cuerpo relativo que hemos conocido a
través de los sentidos; pero también tenemos un cuerpo subjetivo trascendente,
nuestro cuerpo espiritual que está latente hasta que el alma lo conozca, porque
no podemos considerar que está vivo si no lo conocemos, pero sí existe y lo
sentimos aunque no entendamos lo que sentimos de él, ese es nuestro espíritu.
Por
eso está escrito que –el que nace una vez, muere dos veces, más el que nace dos
veces muere una sola vez. También dice que el que es nacido de la carne para
morir nace, más el que es nacido del espíritu nace para vida eterna y paz-.
Ahora
podemos saber que nuestro espíritu es engendrado por Dios, porque es su mismo
espíritu, su misma esencia, para que al conocerlo despertemos a una nueva forma
de vida, una forma de vivir eternamente. Ésa es nuestra esperanza, para que, al
despertar y estar conscientes de nuestro espíritu, su vida sea nuestra nueva
vida por el entendimiento, dejando de buscar en la carne las respuestas a
nuestras plegarias.
El
cuerpo que era tan importante, por ser lo único que conocíamos como nuestra
vida, ahora deja de ser el que nos motiva y comprendemos su justa dimensión, es
la semilla desnuda, capaz de expresar la vida y la muerte, es el instrumento
para crear o destruir, el templo en el que habita el alma y la semilla donde
puede ser engendrado el espíritu.
La
carne va a morir algún día, esa es la verdad, si la carne es la razón de
nuestra vida, nuestra carne y nuestra alma tendrán el mismo destino, es cuando
cobra sentido lo que está escrito –no hagas tesoros en la tierra donde la orina
y el hollín corrompen y el ladrón roba y asesina, mejor has tesoros en el cielo
donde ni la orina ni el hollín corrompen, y nadie te lo puede arrebatar-, lo
que demuestra que los deseos de la carne que ven en sus obras la razón de ser,
van en contra de los deseos del espíritu que desean por medio del bien y la
misericordia trascender, ya que ésta expresión es solamente la oportunidad de
expresar la esencia misma de la creación de Dios que es el amor, que si nos
fundamenta al mismo tiempo nos llena de paz y gozo, lo que es muestra de la
vida espiritual.
Dios
nos dio un alma nueva, con la capacidad de conocer y decidir, lo que es nuestro
libre albedrio, lo que nos hace ser personas distintas. El alma vive para lo
que conoce y entiende, por eso es tan importante que alma conozca al espíritu, para
que cuando lo conozca se una a él como un solo ser; porque el alma puede ser la
vasija que contiene la esencia misma de la vida si conoce al cuerpo, o puede
ser la vida, la esencia si conoce al espíritu, pero no puede ser la vasija y la
esencia, por eso está escrito que -no se puede servir a dos amos, porque con
alguno queda mal-. Porque la carne que es la semilla nace para morir, no puede
brotar un árbol si la semilla no muere primero, pero el espíritu nace para vida
eterna. Por su naturaleza no podemos servir a la carne y al espíritu, o
servimos a la naturaleza de la carne o somos la naturaleza de Dios. El alma
tiene que decidir a quién va a servir.
Por
eso está escrito -Vanidad de vanidades todo es vanidad y aflicción de
espíritu-. -Mi pueblo se perdió por falta de conocimiento-. Sin el conocimiento
del Absoluto el alma carece totalmente de esperanza y lo que manifiesta es un
clamor por la incertidumbre de su razón de existir. Por eso está escrito que
-no sólo de pan vivirá el hombre, sino por toda la palabra que salga de mi
boca-, por lo que el conocimiento de Dios es lo que le da al alma la esperanza
de trascender junto con Dios.
Dios
hizo la creación y después ver de todo lo creado, se sintió sólo, por lo que decidió
engendrar hijos, para lo cual creo al hombre, y lo hi hizo a su imagen, así
como Dios quiere tener hijos, así nosotros queremos tenerlos. Por eso es que
Dios puso en nosotros su propio Espíritu, un engendro suyo, para que cuando el
alma lo conozca se una al espíritu como un solo ser.
Lo
que sentimos del espíritu es la voz de Dios, ya que es el mismo Espíritu de
Dios, su misma esencia porque es absoluto, ésta esencia nos acusa o nos excusa
en nuestra toma de decisiones ya que reconoce las verdaderas intenciones de
nuestro corazón “que es nuestra voluntad”, sin embargo no entendemos el valor
de la conciencia espiritual ya que sólo vivimos para la carne mientras que sea
la única vida que reconocemos en el entendimiento, así que nuestro cuerpo
espiritual está latente para el alma hasta que pudiéramos despertar, renacer o
resucitar en nuestro entendimiento para alcanzar la vida eterna. La trasgresión
por la rebeldía hacia nuestra conciencia, se convirtió en muerte latente para
nuestra propia alma, lo que también es un obstáculo para que podamos vivir en
el entendimiento a ésa nueva vida eterna en Dios.
Lo
que nos lleva a pensar en cómo reconciliarnos con el Absoluto, porque al
momento de conocerlo la carga en la conciencia que antes podíamos tratar de
mitigar con paliativos y justificar con vanidades, se convierte en una carga
insostenible; lo que también nos demuestra que el hombre que fue creado para
reinar sobre la tierra es sin la vida espiritual una bestia, la peor plaga que
haya existido jamás, porque no podemos resistirnos a la rebeldía (lo que
podemos llamar pecado), porque sin el entendimiento sólo podemos considerar a
la conciencia espiritual como un estorbo que nos limita y nos condena, y nunca
como nuestra voluntad, de cualquier forma no la conocemos y no la podemos
considerar como parte de nuestro ser.
Pero
existe un obstáculo infranqueable a la hora de entender las razones del
espíritu y es que la condena por el pecado, por la desobediencia, no son unas
nalgadas… es la muerte o, dicho de otra forma, la imposibilidad de
reconciliarnos con Dios, por eso está escrito que -sin santidad es imposible
conocer a Dios-.
Así
que habiendo sido destituidos de la gloria venidera por causa de nuestras
rebeliones y teniendo como única esperanza la muerte porque sin esperanza de
vida eterna “para morir nacimos”, nos convertimos de la gloria de la creación
en la bestia más terrible y en la plaga que ahora somos.
¿Entonces
el Absoluto es malo?, ¿Dios el creador del cielo y de la tierra nos creó para
la ignominia y la maldad? No, Dios sigue siendo bueno, porque si fuera malo no
nos sentiríamos mal al desobedecer su voluntad, en realidad no le hacemos mal a
Dios a los únicos que lastimamos es a nosotros mismos.
Dios
nos creó a su imagen y semejanza, pero no en lo objetivo, sino en lo subjetivo,
porque Dios es Absoluto y solamente en lo subjetivo podíamos ser creados a su
imagen y semejanza. Por eso está escrito que Dios no es hombre para que mienta,
ni hijo de hombre para que se arrepienta, por eso tenemos la capacidad de crear
como Él, pero no nos creó para ser semejantes a Él, si ése hubiera sido el
objetivo sería tan intrascendente que no seriamos importantes para Dios, porque
en verdad lo que quiere es que seamos como es Él, por eso nos dio también
nuestro cuerpo espiritual en el cual está latente nuestra vida eterna, espíritu
hecho del Espíritu de Dios que es su esencia y su vida, nuestro propio Cristo,
espíritu que al ser absoluto, es uno sólo, el mismo, el único y eterno Dios,
pero que a través del entendimiento podemos traer a la conciencia y a la vida,
vida que por causa de nuestras desobediencias se ha convertido en muerte
latente para nuestra alma, y no teniendo por nuestros medios forma alguna con
la que podamos reconciliarnos con nosotros mismos y con Dios fuimos condenados.
Por
lo que no habiendo posibilidad alguna para el hombre de que por sus propias
obras pueda reconciliarse con el Absoluto, Dios mismo nos proveyó un sacrificio
vivo y agradable a Él mismo, por medio del cual podamos nosotros ser
reconciliados para vida eterna y paz, sacrificio que fue hecho en Jesús,
sacrificio que a través de una metáfora Dios nos ha comunicado como se ha
comunicado a través de la Biblia. Jesús que conociendo a Dios declaró su vida
eterna y su gloria, se sacrificó a sí mismo para la reconciliación de nuestras
almas, para que vivamos al Espíritu de Dios como hijos, por eso está escrito
que -Jesús no se avergüenza de llamarnos hermanos-, el primero de muchos que
ahora por medio del entendimiento podemos también vivir para ser llamados hijos
de Dios, arrepintiéndonos de nuestros pecados, sabiendo que por medio de su
sacrificio como Hijo nos regaló el derecho de ser llamarlo Jesucristo “Cristo
Jesús” nuestro salvador, ya que por medio de su sacrificio somos perdonados y
podemos acercarnos confiadamente a Dios, para que nuestro cuerpo espiritual
resucite a la verdad y la vida, y ésa conciencia que antes nos condenaba es
ahora en nuestro entendimiento la esencia misma de nuestros actos, sabiendo que
la vida que ahora tenemos trasciende a toda expresión dándole por fin sentido y
dignidad a nuestra vida, esto para los que ya hemos sido llamados a ser hijos
de Dios y esto mismo para los que van a ser llamados con el mismo propósito.
Jesús
es el ejemplo de la verdad y la vida que necesitamos para comprender a ciencia
cierta lo que es la vida espiritual, porque hay muchos que dicen que la carne
es débil y que no pueden ser santos, pero Jesús es santo y siempre fue santo,
su sacrificio es testimonio de que, si se puede vivir en santidad, que no todo
es pecado, no explico con palabras y con obras lo que es importante y valioso
para Dios, y por encima de todo, siempre estuvimos nosotros, -tanto nos amó
Dios, que entrego su hijo Jesús, en sacrificio vivo, para que todo aquel que en
él cree, tenga vida eterna-.
Sabiendo
que la vida espiritual que antes estaba latente en nuestro ser, no es una
creación de Dios, sino es engendro del mismo Dios Absoluto en su Espíritu,
ahora es nuestro Cristo vivo y resucitado, Dios es en nosotros y nosotros en Él
y somos un solo espíritu con Dios, porque siendo Absoluto no puede ser otro.
Sacrifiquemos
los deseos de la carne, ordenándolos de acuerdo a la esencia de nuestro
espíritu vivo, por la conciencia en nuestro entendimiento de Dios y
comportémonos de acuerdo a nuestra nueva naturaleza divina, que no es otra sino
la naturaleza de nuestro Creador, que como hijos hemos adoptado, para gloria de
nuestro padre absoluto y eterno que es Dios. Que la conciencia ya no sea una
carga, ahora por el entendimiento de la esencia de la vida debe ser nuestra
voluntad.
Ahora
el amor de Dios por el entendimiento, ha de ser derramado en los corazones de
los que hemos sido llamados a ser sus hijos y ahora por la revelación del
misterio de Dios, toda la humanidad está llamada a conocerlo, porque llegará el
día en que no será necesario decir conoce a Dios porque todos lo conoceremos,
aún aquel que no pueda salvar la vida a su propia alma.
Éste
es en resumen, la definición del Absoluto y la trascendencia de conocer su
significado, para que la ciencia que tiene en la definición la única
herramienta válida para el entendimiento, reconozca a Dios como el creador y
pueda al mismo tiempo llenar de esperanza a la humanidad, que también le dé a
la religión la fe que había sido sustituida por los dogmas y leyes que sólo
habían hecho evidente al pecado y a la muerte, porque sin el conocimiento de
Dios no puede haber vida eterna ni esperanza alguna.
También
tenemos por medio de éste conocimiento la herramienta para que se descubra la
verdad que encierran las metáforas escritas en la Biblia, que hablan del mismo
Dios omnipotente, omnipresente y omnisciente que aquí hemos definido y de la
reconciliación por medio de Jesús para que por su sacrificio tengamos un nuevo
nacimiento en nuestro espíritu para vida eterna y paz, éste libro no le aumenta
ni una tilde a la verdad que la Biblia encierra en sus metáforas, sólo es la
revelación del misterio que hacía falta para su entendimiento. Que Dios tenga
misericordia de nosotros los que habitamos en el mundo, pero que ya no somos
del mundo y nos permita ver su gloria en ésta existencia, que nos permita
transformarnos de las terribles bestias, en los sagrados templos y que cambie
nuestra vana manera de vivir, en los trascendentes seres eternos, hijos
engendrados del único Dios verdadero por medio de Jesucristo.
La
lucha por el entendimiento apenas comienza, lucha que no es contra carne ni
sangre (el cuerpo material ni contra el alma), sino en contra del espíritu de
éste mundo, porque la verdad absoluta que se encuentra en Dios, es como una
espada de dos filos capaz de discernir el alma y el espíritu, con lo que por
medio de la conciencia, distingamos correctamente las intenciones de nuestro
corazón y tengamos en ésta verdad absoluta, el fundamento de nuestra fe, para
que no sea por medio de la fuerza física sino por la fuerza de la razón en el
entendimiento, que convenzamos a nuestros semejantes en la carne, de que sean
nuestros hermanos en el Espíritu de Dios. Tampoco es en contra de ninguna
iglesia, ya que estas instituciones fueron establecidas por Dios para el
entendimiento, por lo que con éste esfuerzo sirvo a todo hombre que ha sido
llamado al entendimiento sin excepción, ya que ninguno que busque a Dios de todo
corazón va a ser despreciado por su Creador, pues todos fuimos concebidos con
la misma conciencia y con la misma oportunidad.
Ésta
no es una teoría, las teorías se dan en lo relativo, en el Absoluto sólo existe
una posibilidad lo que demuestra su infalibilidad ya que solamente hay una
respuesta razonable y cierta; así que sin duda alguna peleemos la buena batalla
de la fe, sabiendo que somos más que vencedores ya que nuestro nombre está
escrito en el libro de la vida; peleemos la buena batalla de la fe, con toda
paciencia y constancia, deseando en todo momento que ésta vida que ahora llena
nuestro entendimiento, sea en todos, porque la voluntad de Dios es que ninguno
se pierda; llenemos al mundo de esperanza y buenas obras para la gloria del
hombre, y de vida eterna y paz para la gloria de nuestro Padre Dios.
Que
el sacrificio de Jesús sea para vida eterna, limpiando nuestras culpas,
sabiendo que la vida que tiene es la misma que nosotros tenemos en nuestros
entendimientos, que de ninguna manera es un chantaje ni una razón para
sentirnos culpables, sino por el contrario, es el acto de vida y amor más
grande que Dios ha hecho por nosotros, al darnos su propia vida. Entreguemos
nosotros también nuestras vidas mortales al amor y la misericordia, para que
nuestros cuerpos ya no sirvan más a la carne y la muerte, sino a la verdad y la
vida.
Dios
tenga misericordia de su creación multiplicando a sus hijos y nos deje ver su
gloria por los siglos de los siglos amen.
Éste
es un libro de Ciencia, que establece con argumentos matemáticos y con
razonamientos que no dan cabida a la suposición, el fundamento de sus
aseveraciones, no se basa en los textos bíblicos, por el contrario éste es el
fundamento para que esos textos tengan sustento científico, comprobando su
veracidad, para que el conocimiento de Dios pase a ser parte del acervo
cultural de la humanidad, porque hasta ahora la ciencia y la religión
desconocían el vínculo que las hiciera entrar en un punto de acuerdo, vínculo que
se ha revelado en éste libro, con la demostración de la existencia de Dios como
entidad y el discernimiento de nuestro espíritu, como la parte esencial de
nuestra existencia, para que al haber definido y entendido a nuestro creador y
al haber discernido nuestro propio espíritu, hagamos conciencia de nuestro ser
trascendente y aprendamos a vivir eternamente.
Con
estos argumentos hemos podido resolver el misterio de Dios y al mismo tiempo
revelar algunos enigmas que han estado ocultos para nuestro entendimiento, ya
que:
ü Demostramos
Científicamente la existencia de Dios.
ü Resolvimos
el misterio de la religión, que es Dios.
ü Explicamos
la diferencia entre lo relativo y lo trascendente en nuestro propio ser.
ü Entendimos
la existencia de un cuerpo subjetivo trascendente en nosotros, con el que
podemos vivir eternamente.
ü Encontramos
la verdadera razón de ser y de existir, nuestro propósito en éste mundo y
destino eterno.
ü Establecimos
los argumentos para el convencimiento en la enseñanza de Dios.
ü Reconocimos
la razón por la que la humanidad no había conocido a Dios anteriormente.
ü Entendimos
el valor que tenemos para Dios.
ü Valoramos
el sacrificio de Jesús y comprendimos el mensaje metafórico para nuestra
redención.
ü Pero,
sobre todo, la verdadera naturaleza a la que hemos sido llamados a ser
juntamente con Cristo Jesús, Hijos de Dios.
Por
lo que debemos entender que es nuestra responsabilidad el compartir estas
enseñanzas con quienes nos rodean, sea quien sea, porque ellos y nosotros somos
de Dios.
Dios
ha tenido a bien escogernos de entre su creación, para engendrarse en nosotros
y seamos vasos de honra y de justicia en el cuerpo material e hijos legítimos
en el cuerpo espiritual, por lo que tenemos que entender que nuestra compasión
para con nuestros semejantes, es tener la misma misericordia que Dios ha tenido
con nosotros y compartir lo que sin haber tenido que pagar el precio nos ha
sido revelado, enseñando con toda paciencia y constancia las verdades
espirituales, hasta alcanzar el conocimiento de Dios en los demás, llevando así
nuestra salvación para vida eterna y paz a todo aquel que entienda, para lograr
con éste entendimiento transformar al mundo, en ése paraíso terrenal primicias
del que nos espera en la eternidad.
Dios
existe y es absoluto nadie nos debe engañar.